Palmea la espalda de su shenan, paseando la mirada por la tienda para asegurarse de que nadie los observa. Es un acto reflejo, un impulso absurdo, piensa. ¿Quién iba a mirarlos? Y de hacerlo, ¿qué problema hay? Sólo se están abrazando. Carraspea, apartando a su amigo por los hombros en un gesto suave. No sabe a qué se refiere con eso de verle sonreír otra vez.
─ ¿Qué quieres decir? Sonrío muy a menudo. ─ frunce el ceño, quitándole una pelusa del abrigo a Tristan ─. Soy el Señor Sonrisas.
Por alguna extraña razón, Tristan irrumpe en carcajadas. Se ríe tan alto que hasta el viejo Pells saca el hocico de su revista, a todas luces disgustado por el alboroto. Les chista con energía y por un momento se le asemeja a una bibliotecaria amargada. El brujo le dedica otra sonrisa, esta vez más insolente que la anterior; ¿cuánto aguantará antes de echarlos a la calle? No lo sabe. Para su desgracia, Tristan baja los decibelios, secándose las lágrimas antes de contestar:
─ Ni siquiera estoy seguro de que sepas sonreír, Kai. Lo tuyo es algo más una mueca siniestra que una sonrisa. Tal que así. ─ estira las comisuras de forma exagerada, apretando los dientes y abriendo mucho los ojos. Es espeluznante. Parece un actor de Hollywood adicto al botox. Después relaja las facciones y añade─. Por eso los niños huyen de ti.
Se gira hacia la estantería para seguir buscando cajas, con los restos de una sonrisa bailándole en los labios.
─ Eso no es cierto. Los niños me adoran. ─ agrega, molesto, pasando un dedo por uno de los estantes. Se le mancha de polvo, que apresura a limpiarse contra la manga del abrigo de Tristan. Este no parece advertirlo.─ Beth me adora.
Como movido por un resorte el otro lo fulmina con la mirada, bufando. Luego niega y se agacha, siguiendo con su misión en los estantes más bajos. Aparta un montón de cajas de latón y coge una de cristal, tan diminuta que apenas se puede guardar un diente en ella. La descarta al instante, tomando otra que está más al fondo; esta tiene incrustrados trozos de espejo en la tapa y por la escasa simetría de sus vértices se deduce que el fabricante no puso mucho interés en el acabado. Sin embargo a Tristan parece gustarle ─lógico, teniendo en cuenta que es un chapucero─ y se incorpora, con la caja aún entre las manos. Sonríe satisfecho, seguro de haber encontrado el regalo por el que matarían todas las chicas, cuando en realidad es la clase de regalo que cualquier chica utilizaría como arma para matar cucarachas.
─ Beth tiene 15 años y cree que eres su príncipe azul. Hasta yo puedo oler el tufo a hormonas que deja por los pasillos del instituto cuando la saludas. ─ esquiva a su Venum para salir del pasillo, acercándose al mostrador.
Deja la caja frente al viejo Pells, que sin apartar los ojos de la revista, envuelve de cualquier manera en papel de regalo y se la entrega. Un envoltorio chapucero para un regalo chapucero, piensa el brujo. Mientras Tristan paga él aguarda unos metros por detrás, revisando los mensajes de su bandeja de entrada; tres de su madre preguntándole si está bien, si ha comido y si irá a cenar esta noche, y otros dos de su hermano, recordándole que sigue en pie la clase de Curación de mañana y pidiéndole que traiga donuts cuando vuelva a casa. El hermano de Kyros, Cameron, es cinco años mayor que él. Saca sobresalientes en todo, vuelve locas a las chicas y es el ojito derecho de sus padres. Por su parte, Kai es una mancha en el árbol genealógico de los Wildfire. Si no fuese por Tristan, por el vínculo, probablemente su padre lo habría mandando a un internado de Dinamarca. En la mesa jamás se habla de sus notas, de sus habilidades, de nada que tenga que ver con él; y Kyros lo agradece, sobre todo estos últimos meses, en los que sus notas han alcanzado el menos cero y es incapaz de abrir una ventana con magia sin que explote el cristal. Es un brujo tan mediocre que hasta sus profesores se han dado por vencidos. Todo el mundo lo tiene por una causa perdida excepto Cameron. Éste se lo lleva todos los domingos al centro de entrenamiento de la escuela y allí intenta enseñarle algo provechoso al joven brujo, que acude a las clases por costumbre más que por que desee hacerlo realmente.
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Ligados: Fuego
Science FictionTristan lleva una vida normal: su mejor amigo es un brujo y además es su Venum, y su novia es una mujer lobo. Por si fuera poco, su padre es miembro del Consejo, una sociedad secreta que lucha por preservar el equilibro y la paz entre el mundo de lo...