capítulo tres.

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[ 抱擁 ]

El hecho de haberse conocido de haberse conocido de aquella manera tan única los hacía querer saber más sobre quién se habían encontrado.

Pero después de aquel día no se habían encontrado otra vez.

Llovió y se tuvieron que separar sin haber hablado.

Todo había vuelto a la normalidad, ¿no?

JeongIn se cansaba de tener que regresar a casa todos los días y encontrarse a su hermana llorando, solía ir a tocar su puerta repetidas veces esperando que abra.

Hasta cierto punto pudo ignorarla y hacer lo que quisiera pero el tiempo límite se hacía ver a la vuelta de la esquina.

Su hermana comenzó a beber desde solo una copa a todos los días empinarse una botella entera antes de dormir los fines de semana, estaba preocupado.

De vez en cuando desde el accidente, HyeWon se emborrachaba una o hasta tres veces al mes, no era novedad, pero se estaba saliendo de las manos.

Antes contaba con el apoyo de su pequeño hermano, ahora estaba sola por ocultar lo que por años sucedió.

"Sólo duerme", "Tenía mucho sueño por el tratamiento", "Acaba de quedarse dormida", lo llenaba siempre con esas mentiras.

No le quedaba nada y se estaba hundiendo sola.

JeongIn cada posibilidad que tenía de salir de la casa que comparte con ella definitivamente la tomaba.

Hoy se encontraba fuera otra vez.

Daba vueltas por el centro yendo de puesto en puesto probando muestras que le daban.

A esta hora, justo antes de que el sol se pusiera y el cielo se pinte de naranjo era cuando salían los vendedores.

Había un lugar que era su favorito y se notaba pero no tenía dinero propio para comprar una porción de lo frito que vendían.

—Hola, señora, ¿me puede dar una prueba?

—Jovencito, una vez más tú.

Le dió un pedazo de salchicha cubierta, la verdad era que a la señora le encantaba ver al joven ir incluso solo por pruebas.

—¿Hoy vendió mucho?

—No, hoy es un mal día. —el niño comía mientras escuchaba.

—No diga eso, todos los días son buenos, solo que a veces pasan cosas desafortunadas.

Le dió una bonita sonrisa, de esas que hacen a las abuelas enloquecer de ternura. Obviamente no fue una excepción.

—Come bien, estás muy delgado. —dijo dándole otro pedazo cuando se acabó.

—Muchas gracias.

Siguieron llegando más personas, como si fuera que ver el establecimiento medio ocupado atrajera a más.

Una tras de otra y JeongIn ayudaba a despachar, era entretenido.

Hasta que un olor distintivo a café llegó a su nariz y sintió un algo en el estómago que lo hizo detenerse, volteó rápido a ver si era lo que él pensaba.

Efectivamente, era su chico.

Se puso tímido al ver sus intensos ojos perforarle la mirada.

Estaba tan feliz de encontrárselo y no podía ocultarlo.

Una gran sonrisa de oreja a oreja apareció en su rostro cuando vió que en los labios contrarios se levantaban las comisuras.

Le explicó a la abuela que debía irse y que volvería mañana, ella no resistió porque ya le había ayudado mucho ese día.

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⏰ Última actualización: Sep 18, 2020 ⏰

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