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«3 años más tarde».

-Corea del Sur como nación, todos los altos mandos y el ejército en general, le ofrecen una gran disculpa pública al joven ciudadano Min Yoongi por la inconcebible e injustificable confusión de la que fue víctima; dejando por hecho que será beneficiado con una remuneración económica cuantiosa, chequeos médicos y psicológicos por parte de nuestros expertos, además de todo el apoyo para cubrir las necesidades estudiantiles y económicas que pueda solicitar ahora y en el futuro. Levantamos la sesión, otorgando la medalla al mérito y al esfuerzo, agradeciendo todo lo que Min Yoongi hizo por su patria a pesar de su corta edad.

Una ronda de aplausos secos se extendió por algunos segundos dentro de la casa azul*. El presidente colocó aquel reconocimiento sobre el cuello de Min Yoongi y nadie ahí tomó una sola fotografía o habló del acto en ese momento. Todos los presentes lo tenían prohibido hasta que pasado un año, los hechos siguientes hicieron que todo saliera a la luz como una bomba imparable.
Porque Min Yoongi, con ya veintiún años de vida, había sufrido de la peor confusión en la historia de Corea del Sur, y con apenas dieciocho años había sido enviado a Afganistán para servir a su país en las tropas que apoyaban a Estados Unidos en la guerra, sin ningún conocimiento ni entrenamiento previo. Y por los tres años siguientes tuvo que aprender a asesinar de las formas más despiadadas posibles, a cazar al enemigo con habilidades obtenidas por su cuenta... Y a lidiar con su problema de asma, el cual había empeorado debido al contacto con el desierto y la pólvora durante esos tres años. Los tres años que le jodieron la vida en nombre de la nación.

≈≈

Lo que un año después de acontecido, fue llamado "La confusión del inocente", ocurrió por una causa tan simple y banal. Bastó con que un hombre de treinta años de vida, tuviera por nombre Min Yoongi, y justo el día que comenzaba el servicio militar para los jóvenes recién en listados, fuera exactamente el momento de partir.

-Mi nombre es Min Yoongi.

-¡Faltabas tú, hombre! ¡¿No has entendido que la puntualidad es un asunto de vida o muerte aquí?! Te hemos citado a las cinco en punto y casi dan las seis. Te aplicaría un castigo ejemplar justo aquí, pero el tiempo juega contra nosotros. ¡Sigue el camino de la derecha e intégrate a tu grupo, los aviones están a punto de despegar!

-Disculpe... Pero me han citado a las seis y...

-No contradigas ni respondas a tu superior al mando si éste no te lo solicitó, obedece. Si sobrevives, más tarde me ocuparé de ti.

Yoongi no comprendía lo que estaba sucediendo en aquella madrugada en la que a pesar que la primavera estaba en todo su esplendor, el viento parecía tan gélido como para congelar huesos. Caminó, siguiendo las indicaciones de su aparente superior sin saber exactamente a dónde iría. Observó muchas cabezas rapadas con cuerpos andando de aquí allá, siguiendo su camino como zombies bajo los gritos de otros tipos duros que lograron atemorizarlo. Una persona le entregó un pesado uniforme verde militar con casco y chaleco antibalas incluido. Y entonces siguió a sus compañeros, todos ellos con rostros más maduros que el suyo ya que apenas y dejaba de ser adolescente. De un momento a otro había subido a un avión del ejército cuyos asientos no eran parecidos a nada que hubiera visto antes; tampoco conocía mucho de aviones pero los que alguna vez vio en televisión, mostraban filas de asientos individuales y el lugar en donde se hallaba sólo contaba con largos bancos donde todos viajaban hombro con hombro. Tomó asiento, ajustando esa especie de cinturón y sujetando con firmeza un par de barras de acero a sus lados. Nunca antes había estado en un avión, cuando sintió el movimiento quiso vomitar debido a la impresión, la turbulencia parecía cada vez más fuerte y por algunos minutos sintió que moriría. En algún momento se quedó dormido o cayó en un desmayo, ni siquiera él podría explicar qué fue lo que sucedió hasta que algo sacudió su hombro con toda brusquedad. Cuando abrió los ojos comprendió que era su compañero de lado.

-Despierta hombre, ya estamos a punto de llegar y el general Song no va a tolerar que alguien esté dormido.

Yoongi agradeció con una leve reverencia al hombre quién vestía igual que él y en su rostro había unas grandes ojeras, además de aparentar al menos treinta años de vida. Sus piernas se sentían pesadas y hormigueaban como la vez que su amado Jimin estuvo en el hospital por un pre-infarto y tuvo que aguardar toda la noche por noticias en la sala de espera. ¿Dónde estaba Jimin y qué se hallaría haciendo? Por ese momento y por muchos más de su vida durante los siguientes cuatro años, se arrepintió de no haberle escuchado cuando su amado le pidió no acudir al servicio militar. Pero sin importar nada, ya llegaría el descanso y pronto estaría cerca de él. O eso pensaba, porque la voz que resonó e hizo a todo el grupo de cuarenta hombres guardar silencio de inmediato, le hizo experimentar el peor miedo posible hasta ese momento.

-Bien, soldados. Estamos cerca de Afganistán y debido a la situación actual no habrá tiempo de hacer escalas ni tampoco aterrizaje, llegaremos al punto crítico a plena luz del día y pueden intentar bombardear el avión desde el aire. Hay un escuadrón esperando en camiones por ustedes en tierra así que colóquense el paracaídas y preparen sus posiciones, a mí señal vamos a iniciar el descenso.

¿Paracaídas? ¿Saltar? ¿¡Afganistán!? ¿Qué carajo estaba pasando? Debía ser una pesadilla, una confusión... Ni siquiera sabía como colocarse esas extrañas mochilas grises que todos habían llevado entre sus piernas y que él pensó, era algún tipo de cargamento para el tiempo de marchar. El chaleco antibalas pesaba y el casco le taladraba la cabeza. Quiso huir y nunca saltar del avión, sin embargo en ese momento el sonido de un fuerte estruendo en el aire le hizo comprender que no había escapatoria.

-¡Es una emboscada! ¡A su posición, todos ahora!

Ese fue el grito del llamado General Song, el robusto hombre de mirada fría y desalmada. Yoongi actuó por mero instinto y miedo. Observó a sus compañeros colocar esas extrañas mochilas al hombro y sujetar la cuerda que salía por un extremo. La máquina de acero en la que todos viajaban, abrió entonces una gran compuerta de donde en grupos de tres, todos comenzaron a saltar.
Yoongi esperó al final, junto con otros dos compañeros. Desde arriba todo parecía tan pequeño y el oxígeno faltaba. Alguien o algo le empujó, y de sus labios y garganta secos no pudo ni siquiera emitir un grito de auxilio.
La cuerda se soltó de sus manos y su cuerpo no parecía pertenecerle durante la caída, ya que ninguna de sus extremidades reaccionaba. Sintió que más que nunca estuvo a punto de morir pero no sabía que esa sensación no ni siquiera un fragmento del miedo que sintió en los años venideros. Pensó en Park Jimin una vez más, con sus cabellos negros y lisos, con esos preciosos ojos que se convertían en pequeñas líneas cada que sonreía, y por último aquellas mejillas perfectas y abultadas llegaron también a su mente.

La mano derecha entonces respondió, y pudo encontrar la cuerda que después jaló y el paracaídas se abrió en su totalidad.

El general Song le reprimió porque abrió el paracaídas a una distancia que pudo haber sido mortal y también le otorgó un castigo físico basado en una fuerte bofetada que le tiró al suelo. Yoongi quiso decirle que hacía apenas veinticuatro horas estaba paseando en el parque con su amado Jimin después de comer en la pizzería más barata que encontraron y nunca antes había si quiera visto un paracaídas en su vida.
Pero la orden había sido clara y concisa: nunca respondas a tu superior si no te es requerido.
Y con el sol escociendo en su mejilla azotada, con la arena desértica inundando toda su cavidad bucal y ojos, tragó las lágrimas y se levantó del suelo en silencio. Porque nadie le pidió una respuesta.

Y ese sólo fue el inicio de tres años de torturas y barbaries que vio y sufrió por los tres años siguientes. Sin embargo, nada de lo que vivió en la sangrienta guerra fue comparado a los horrores que vivió después. En casa.

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*Casa azul: Palacio de gobierno de Corea del Sur.

La venganza del inocente. » YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora