Al momento de sentir la brisa del mar en mi cara y de ver al cielo con pocas nubes tornándose en un tono rojizo, me di cuenta de que por fin estaba en calma, en esa tranquilidad que tanto esperaba. El ver a mi padre hace cinco meses en una cama, atormentado y ya cansado de sufrir día con día, me destrozaba, no podía hacer nada al respecto. "Deja de ser cobarde" me decía a mi misma cada que lo iba a ver.
Nunca pensé que se iría de esa manera, así, en un suspiro de dolor. Después de su muerte, aún aparecía en mis sueños y por el día recordaba los momentos de cuando era pequeña y él me llevaba junto a mi mamá a la playa. La playa. Un lugar donde para nosotros era inevitable ser feliz, siempre me contaba historias al anochecer mencionandome que cuando la gente se va de este mundo, va a lo más alto del cielo y su alma se convierte en nube, según el color que tomaba la nube era por las cosas buenas o malas que había hecho aquella persona. Cuando era el atardecer, él me decía que estaba seguro que la nube que más se veía llena, rojiza y que se veía que tocaba el faro que estaba cerca, era su padre que lo venía a ver.
Mi abuelo era uno de los encargados de prender el faro para que los barcos pudiesen encontrar el camino a la tierra y le encantaba la vista que tenía desde arriba, siempre preguntándose qué cosas habría por descubrir más allá de lo que divisaban sus ojos.
Mi padre no se quedó atrás y fue un gran navegante, un buen esposo y un buen padre. Sin duda alguna, mi ejemplo a seguir.
Por eso en este momento en que vuelvo a visitar esta playa, este lugar especial, sé que ya no tengo de que estar preocupada, angustiada... débil.
Al ser el atardecer y ver aquellas nubes rojizas hasta el horizonte pareciendo tocar al mar, supe que era mi padre, aquella nube grande que me recordaba a su barba, sin duda alguna era mi amado padre.
Inhale y suspiré. Sentía la arena en mis pies tan cálida, veía hacia abajo y veía las clases de conchas que recolectaba cuando era pequeña. Tenía mi momento especial con mi padre. De pronto sentí algo,como una mano que me tomaba del hombro algo reconfortante, volteo y muy a lo lejos veo a mi esposo apenas acercarse a mí, estaba demasiado lejos. Al llegar al lugar al que me encontraba, mi esposo me tomó de la mano y me miró a los ojos sabiendo que yo reflejaba tranquilidad y me regaló una sonrisa.
Volteo a verlo por que se había agachado a tomar algo, al ver que me lo extiende a las manos y ver que es, se me salen unas lágrimas. Era una pequeña botella que dentro tenía un barco, justo como el de mi padre, estos los vendían en una tienda cerca del faro, porque bien mi padre era reconocido por estos alrededores por ser siempre amable con todos y por sus múltiples historias, se decidió que como parte de los recuerdos de aquel muelle sería su barco dentro de una botella. Esa tienda estaba a como a cinco kilómetros de donde nos encontrábamos y sólo apareció aquí de lado mío.
Abracé a mi esposo en forma de consuelo y conmovida por lo que acababa de pasar, para al final ver cómo ya se iba oscureciendo por completo y tenía uno de los mejores recuerdos de mi padre.
ESTÁS LEYENDO
Dónde la nube toca al mar
Short StoryAl fin pudo encontrar la calma después de una tormenta en un bello momento de nostalgia. . . . . Historia corta del amor paterno. Ejercicio de escritura creativa.