Estaba hecha un lío. Mi cabeza no encontraba calma en ningún sitio, todo me daba vueltas y mis ganas de llorar empezaban a convertirse en un nudo en el pecho que no me dejaba respirar. De repento todo se quedó en blanco, caí al suelo y solo recuerdo el fuerte golpe en la cabeza que hizo que toda la gente que había en el aeropuerto se diese la vuelta.
Las tres de la tarde, "¡Oh no!, he perdido el vuelo" recordé de repente. Mi angustia empezaba a crecer de nuevo, el corazón me palpitaba y empecé a sudar. Solo veía unas paredes blancas y un estresante pitido que procedía de una máquina cuyo cable llegaba hasta mi dedo. La puerta de aquella habitación se abrió poco a poco. Era una chica, algo más mayor que yo con una bandeja.
-Deberías comer algo Dalia.- dijo en un tono calmado mientras miraba una carpetita marrón que colgaba de aquella cama en la que me encontraba.
Aquello me dejó demasiado confundida, no sabía qué hacía allí, quién me había llevado ni qué me había pasado.
-Perdone- al fin pude articular una palabra- ¿qué hago aquí?
-Oh, disculpe que no me haya presentado. Soy la enfermera Gómez. Esta mañana a eso de las doce llegó al hospital tras haber sufrido un desmayo, no se preocupe en cuestión de horas cuando se le hayan terminado de hacer las pruebas volverá a casa.
"Volver a casa". Aquellas fueron las palabras que más daño me hicieron después del tremendo golpe en la cabeza que me había llevado en el aeropuerto. Por fin comencé a recordar todo.
No tenía casa, bueno en parte sí, pero un maldito papel del banco aseguraba ser el dueño de nuestro hogar al no realizar los pagos correspondientes. Mis padres Samuel y Caroline estaban endeudados hasta las cejas y lo malo es que no había dinero para poner todo al corriente. Yo acababa de terminar la carrera y necesitaba trabajo.
Mientras organizaba todos mis recuerdos aquella enfermera hacía un rato que se había marchado, ahora me encontraba sola, con dolor de cabeza y una bandeja encima de mis piernas. La aparte hacia un lado, pues no tenía ni pizca de hambre y cogí mi bolso que estaba al lado de mis maletas, al parecer la persona que me trajo hasta aquí fue muy amable.
Cogí mi teléfono y consulté mis mensajes. Tenía dos llamadas de mi madre y unos cuantos mensajes de mi amiga Marta. El motivo de todas esas notificaciones ya lo sabía. Querían saber que tal llevaba el viaje y si ya estaba en el aeropuerto.
Solo conseguí localizar a mi amiga y le conté lo sucedido, al parecer la presión y los nervios me pudieron y caí desplomada. Lo único que no pude conseguir fue localizar a mi madre.
Las siete de la tarde. Un médico entra en la habitación, vuelve a mirar la carpeta que había en la cama, coje un papel y me lo da.
-Tenga, son sus análisis y las pruebas que le hemos realizado. Ya puede volver a casa, y le recomendaría- dijo mirando a las maletas- que si tiene pensado hacer algún viaje, lo cancele hasta dentro de unos días. Ahora necesita descansar.
No contesté, firmé el papel, me vestí y cogí todas mis pertenencias.
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Pasaje para una nueva vida
Jugendliteratur¿Serías capaz de empezar una nueva vida lejos de tu familia, de tus amigos y el gran amor de tu vida? Estaba con las manos vacías y 800 euros en la cartera.Tenía que coger un vuelo, trasladarse a miles de kilómetros y alejarse de todo lo que más qu...