Por fin había llegado el día. Aquella mañana sería la última vez que vería todo lo que ya formaba parte de mí y daría la bienvenida a otros lugares, personas y posiblemente también amistades.
Eran las ocho de la mañana. No había dormido nada y deseaba que apareciesen los primeros rayos de sol por la ventana. El despertador comenzó a sonar, me levanté y me di una ducha. Después desayuné y me terminé de asear. No tardé mucho en preparme porque llevaba con la maleta hecha desde hacía una semana. Ya no podía posponer más el viaje, lo necesitaba.
A las nueve y media salí de mi apartamento y me reuní en el hall con la casera para devolverle las llaves y de paso para despedirme de ella, había sido muy amable conmigo durante todo este tiempo y cuando me refiero a amable, lo digo porque en más de una ocasión me tuve que retrasar en el alquiler.
Salí a la calle y cogí el primer taxi que me llevase al aeropuerto, allí me estaban esperando mis padres y mis amigos. Al acordarme de ellos también me acordé de Ángel y pude notar como una lágrima empezó a salir de mis ojos mientras se iba deslizando por las mejillas. Deseaba que todo aquello fuese un sueño, yo no me quería ir y por mucho que me engañase y me dijese que aquello no estaría tan mal, sabía que eso no sería así.
-10 euros señorita- una voz me sacó de mis pensamientos.
-¿Perdón?- no sé cómo estoy tan tonta, era el taxista que me pedía que le pagase por el transporte.- Ah claro, si tenga.
-¡Qué tenga un buen viaje y lo disfrute!- fue lo último que oí al salir del taxi.
-Sí...eso espero.
Me dirigí al mostrador para facturar y allí estaba otra vez la chica de la otra semana. Me miró y sonrió, comprobó todo y me indicó que me sentara en una de los asientos para esperar a embarcar. Iba andando, cabizbaja, pensando en todo y nada a la vez cuando de repente noté un brazo sobre mi hombro.
-¿Es que no pensabas despedirte de nosotras?
-¡Marta!- grité de la emoción- Sí, claro que me iba a despedir de vosotras, pero antes iba a dejar las cosas en uno de los asientos.
-Te vamos a echar mucho de menos Dalia- era Estefanía, la amiga a la que más tiempo llevaba conociendo.
-Por favor, ahora no me digáis esas cosas, espero volver pronto, no penséis que yo estoy deseando irme. Allí no conozco a nadie me voy a sentir muy sola...- me estaba empezando a entristecer.
-Dalia tiene razón chicas, estamos aquí para desearle lo mejor y esperamos tenerte pronto por aquí.
-Gracias chicas, os lo agradezco mucho. Pero antes de irme, quiero pediros un favor.
-Claro- contestó Marta- Dinos qué quieres.
-Necesito que de vez en cuando vayáis a visitar a mis padres, yo los voy a llamar a diario, pero necesito que vosotras veáis cómo están y luego me lo contéis. Sé que ellos si están mal no me lo van a decir para no preocuparme.
Me miraron un poco confusas, sabía que ellas tampoco me iban a ser del todo sinceras y me dirían que están bien para no preocuparme.
-Sí Dalia, tú tranquila que te iremos informando de todo.
De fondo se escuchó una voz, era desde megafonía. Pedía que todos los pasajeros con destino a Nueva York podían ir embarcando por la puerta 3. No podía determe mucho más tiempo. A lo lejos vi llegar a mis padres. Parecían un poco agitados . Tiré todas las maletas y salí hacia ellos, no tenía mucho tiempo así que corrí y los abracé. Les dije que estaría bien y que los llamaría todos los días. Juntos llegamos hasta donde estaban mis amigas, cogí mi equipaje y los miré por última vez antes de subir al avión.
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Pasaje para una nueva vida
Ficção Adolescente¿Serías capaz de empezar una nueva vida lejos de tu familia, de tus amigos y el gran amor de tu vida? Estaba con las manos vacías y 800 euros en la cartera.Tenía que coger un vuelo, trasladarse a miles de kilómetros y alejarse de todo lo que más qu...