Sentimientos

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El día llegó y Jennie no podía estar más feliz que nunca, saltó prácticamente de cama, se arregló y bajo a desayunar, ahí, esperándola estaba Kai, su amigo, con la sonrisa más radiante del mundo lo recibió y el joven supuso que algo excelente le había pasado ayer, lástima que aquella sonrisa pronto se desvanecería de sus labios. No era normal que él, ahora comandante, Kai viajara desde Londres hasta Seúl solo para hacerle una visita informal, apenas Jennie se sentó en la mesa el joven  le contó de la delicada situación en la que se encontraba Seúl. 

Al parecer una banda de revolucionarios estaba empezando a atacar a los nobles con el objetivo de proclamar su libertad, aquella noticia no sorprendió para nada a la heredera Kim, ya era hora de que los ciervos se alzaran y empezaran a hablar. A pesar de que Kai estaba preocupado por aquello, se veía mortificado por Jennie, ella podría ser la próxima víctima de aquellos criminales por el simple hecho de poseer el apellido Kim. Esa tarde todo culminó en que Kai se iría a vivir con la joven de ojos gatunos, obviamente ésta se negó rotundamente, pero no le quedó más remedio que acepar cuando el joven le mencionó -falsamente- que eran ordenes de su padre.

Después de una reprendida digna de nobles, Lisa, Jisoo y Rose pudieron irse a su escondite: Una casa abandonada que se creía embrujada, aunque en realidad fuese Lisa usando sus poderes sobre el aire para mover cosas cuando algún curioso entraba. Apenas llegó, fue al techo y ahí se quedó contemplando el cielo. Hoy iría a ver a Jennie, le contaría todo lo que vivió esos años y le mostraría su mejora en el dominio de los elementos. Sonrío para sí al rememorar a la joven de ojos marrones, si cuando era pequeña pensó que era bella, ahora era hermosa ante sus ojos. A veces, solo a veces, deseaba poder ser una noble para poder estar con ella sin escabullirse tanto, pero luego recodaba la vida tan patética que llevaban los nobles, agradecía que Jennie no fuese así, en sus ojos no había ambición, odio, o maldad. No. Había inocencia, pureza y amabilidad en su estado más puro. Cerró los ojos y dejó que las memorias de cuando era realmente feliz la invadieran: Aquellos juegos infantiles, cuando escribió «Jennie» por primera vez, las cosas que aprendió gracias a su amiga, cuando leyó un libro por primera vez, esa tarde donde conoció a Jennie. Tantas cosas que disfrutó en su infancia que parecían tan lejanas, ahora estaban más cerca que nunca. Su amiga estaba ahí, no precisamente con ella, pero al menos en la misma ciudad y eso le provocaba sonrisas estúpidas. Sin darse cuenta, Lisa estaba cayendo en la magia de Jennie, y esa magia era llamada por los mortales amor.

La oscuridad se apoderó del cielo nocturno y esa era la señal para la rubia de que debía partir. Esperó pacientemente que sus compañeras se durmieran y emprendió el viaje hacia la mansión de Jennie. Atravesó calles, tejados, rejas, guardias y alguno que otro animal nocturno, pero al fin estaba ahí, abajo de la ventana de su amiga como cuando era pequeña. Sonrío. En un solo movimiento de brazos, creó un mini torbellino que la alzó hasta toparse con la ventana de la heredera de los Kim, obedeciendo su costumbre, tocó el cristal y esperó a que la joven que estaba del otro lado le abriera. No tardó ni dos minutos cuando la hermosa ventana se abrió de par en par dejando ver una empijamada Jennie que le sonreía. Dios, como había extrañado ese rostro.

— Hola, te estaba esperando. — Habló la joven Kim.

— Perdón por el retardo, Jisoo se duerme algo tarde, así que tuve que esperar bastante. — Explicó la rubia entrando en la habitación de la muchacha. — Tengo tantas cosas que contarte. Para empezar: Mis padres murieron hace ya bastante tiempo.

Pasó el tiempo y las visitas de Lisa se fueron haciendo más usuales como antes. La rubia le platicó a Jennie lo que había pasado con sus padres, el incendio, como llegó a las puertas de Tzuyu y que ahora su trabajo era asesinar a los nobles que le pidiese Tzuyu. A diferencia de como ella pesaba que actuaría, la heredera felicitó a Tzuyu, al fin alguien hacía algo decente, no de la forma que ella lo haría, pero, aun así, el pueblo se estaba alzando contra la opresión. Por otra parte, cuando Jennie escuchó sobre la muerte de los padres de Lisa y las circunstancias en las que sucedieron, la ira la invadió por completo. Conocía a sus padres, eran excelentes personas y siempre dejaban a Lisa jugar con ella, ¿por qué merecían un trato tan desigual? No lo soportaba. Y se odió a si misma por no haber estado junto a su amiga, quizá, solo quizá, ella pudiese haber hecho algo para evitar que esa desgracia pasara.

En El Velo De La Noche (Resubida) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora