Capitulo 21

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Después de meses de preparativos finalmente estaba aquí. Steve estaba seguro de que se sentiría más tranquilo y emocionado ahora que iba a conocer a su hija, y hasta cierto punto lo está.

Había estado contando los días hasta que pudo sostener a su pequeña en sus brazos. Ahora iba a conocerla y no podía estar más feliz. Pero hay lugar para el miedo. A pesar de sus mejores esfuerzos para planificar el nacimiento de su hija, no se sintió cómodo. Era como si los meses que pasó preparándose para su llegada no hubieran sido suficientes.

Todos los miedos que tenía de convertirse en padre habían vuelto, tratando de robarle la alegría. No son solo sus dudas las que lo atormentan. Cuando planeó el nacimiento de su hija, había anticipado que Tony estaría allí para el día más feliz de sus vidas. Pero nada iba según el plan. No tener a Tony estaba del todo mal.

Todavía había esperanza, y Steve estaba pendiente de cada gramo de ella. Esa voz interior se apresura a recordarle el paradero de Tony. Tony estaba al otro lado del país y, para empeorar las cosas, no respondía las llamadas de nadie. Pepper le aseguró que se comunicaría con él y Steve tenía que creer que lo haría. Si Tony le respondía a alguien, sería ella.

—Ah, mierda— gime Steve, sus ojos se cierran con fuerza cuando una contracción se apodera de él. Todavía no son terriblemente dolorosos, pero si tuviera que elegir, preferiría tener a Braxton Hicks ahora mismo. Al menos esos disminuirían si cambiara de posición. Lo real no fue tan indulgente.

—¿Estás bien?— Bucky pregunta desde su lugar junto a la cama. Se pone de pie cuando no obtiene una respuesta inmediata. Se acerca para pararse cerca de Steve, ayudando a ajustar las almohadas y hacer que su amigo se sienta más cómodo.

—Gracias— murmura Steve e inclina la cabeza hacia atrás, exhalando un suspiro mientras la tensión en su vientre comienza a disminuir lentamente. —No es tan malo—.

—Todavía— Bucky se apresura a recordarlo y toma su lugar original, riendo cuando Steve le lanza una mirada. —Vamos, amigo, sabes que te va a doler como un- —.

—lo sé. Jesús. No estás ayudando—.

—Lo siento. ¿Que quieres que haga?—.

Steve resopla. Honestamente, Bucky no podía hacer nada por él. El Dr. Strange ya había ido a ver cómo estaba, indicando que estaba progresando lentamente y que tenía horas hasta que estaría sosteniendo a su pequeña niña. Aunque estuvo bien. Cuanto más tiempo mejor. Al menos entonces Tony no se lo perdería.

—¿Puedes agarrar mi teléfono?— Steve se mueve en la cama y señala la bolsa que está en la silla vacía al lado de Bucky.

—¿Vas a llamarlo de nuevo?— Bucky ya está fuera de su asiento y está buscando en la bolsa el teléfono de Steve. Lo encuentra y lo trae. —¿Incluso va a responder esta vez?—

—No lo sé— Steve frunce el ceño, mira la pantalla y no encuentra llamadas perdidas ni mensajes no leídos. Con un suspiro, hace otro intento de llamar a Tony, solo para que su llamada vaya directamente al buzón de voz. —Maldita sea—.

—Oye, relájate. El doctor dijo que tienes horas. Lo logrará— dice Bucky.

—Yo espero que sí. Si no lo hace...no sé qué haré—.

—Relajate. Tienes un montón de tiempo—.

Steve asiente y le devuelve el teléfono a Bucky, que ya no lo necesita. No tenía sentido intentar llegar a nadie más. Natasha prometió que intentaría tomar un vuelo de regreso tan pronto como terminara la gran inauguración, pero Steve sabía que había una buena posibilidad de que se perdiera el parto. Al menos todavía tenía a Bucky.

Promesas rotas||stonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora