El viajero

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Alzando la vista sobre el horizonte, dejó atrás las calles de la ciudad donde había crecido. Dejó atrás las calles, las casas, la cancha del parque donde pasó su adolescencia y el parque mismo; dejó también la tienda de doña María -donde su madre solía mandarlo a comprar el mandado-, la iglesia, y el kiosko. Simplemente dejó todo, y se embarcó en un viaje del cual no sabía si habría retorno.

El primer paso sin duda fue el más difícil, cargado de duda e incertidumbre. El segundo sucedió antes de que se diera cuenta, el tercero, el cuarto, el quinto... una sonrisa se pintó en su rostro mientras comenzaba a tomar carrera hacia la libertad. Una exclamación de júbilo surgió de su pecho y resonó por el valle. Su día había llegado y el temor inicial se tornó en una viva emoción. 

Mil y un historias sin finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora