Veinticinco

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— ¿A qué se refiere?

Observé la boca de Yonghoon abrirse para hablar pero fue entonces el estruendo de una puerta cerrarse lo que nos desconcentró. Yonghoon me miró y luego hacía atrás mío; dándome la vuelta, vi a Geonhak caminando a paso apresurado hasta que tomó mi mano y entrelazando nuestros dedos, tiró ligeramente de mí, acercándome a su cuerpo para rodear mi cintura con firmeza.

— Necesito... Dios, necesito tanto olerte. — Sentía su pecho subir y bajar por la adrenalina ¿Habrían estado discutiendo? ¿Qué había sucedido en esa habitación?

— Llévatelo, Geonhak. Hablaré con tu madre.

Geonhak afirmó con la cabeza y al segundo siguiente ya estábamos saliendo del enorme edificio. La mano de Geonhak temblaba, su agarre sobre la mía era potente y definitivamente no dejaba circular bien mi sangre, pero no sentía dolor, al contrario, me dolía el pecho por verlo de esa manera. Me ayudó a subir a su auto y subió él, saliendo del estacionamiento, solo una vez estuvo en la autopista soltó un suspiro cargado de enojo, apretando sus dedos sobre el timón.

— Geonhak. — Suspiré, sin saber muy bien qué hacer. Nunca había visto a ningún alfa así, aunque tampoco era muy experto en la materia de conocerlos. — ¿Qué tienes? Dime, por favor, quiero ayudar.

— Espera, solo espera. — Alzó su mano hacía mi dirección, estirando el índice como intentando callarme. Obedecí, no sonaba enojado, pero estaba agitado. — Necesito que esperes.

— Espero. Yo espero. — Mordí mi labio inferior, observando como él no despegaba la mirada del camino, con su ceño fruncido y sus cejas curvadas hacia abajo. Enojo, ira, fastidio, el olor no tardó en llenar el auto. Mi omega tembló y tensé mi cuerpo, no nos gustaba nuestro alfa enojado, así que no tardé en soltar en un pequeño susurro la duda principal.

— Hice... ¿Hice algo malo?

— No, tú no. — El auto seguía avanzando a velocidad, por suerte ya era muy tarde, no me había fijado en la hora desde que salí de su casa pero esperaba que fueran más de las doce. — Yo. — Siguió, así que solo lo miré, dejando que se tome su tiempo. — Yo soy el idiota que creyó que ella entendería, pero no pasó.

— ¿Tu mamá? ¿Es eso? — Observé las venas marcarse ligeramente en su mano por la nueva tensión producida y lo tomé como un sí. —¿Eso haces? ¿Estás conteniéndote? — Geonhak no dijo nada y tampoco hizo falta, cada detalle de su reacción encajó perfectamente.

Para ese instante, sabía que Geonhak era el alfa con quien desearía pasar cada segundo de mi vida. La noche había sido larga, muchísimo, él y yo no hicimos lo que planeábamos pero conocí tanto de su mundo, que este último detalle solo ayudó a comprender que Yonghoon tenía razón, yo también veía a Geonhak como mi alma gemela.

Y él tampoco era un alfa perfecto.

Y es que en realidad... No existe un prototipo del ser perfecto, ni un estándar, ni un manual para hacerlo al pie de la letra. No somos alfas, betas y omegas, somos personas. Geonhak me había demostrado que yo no era un fenómeno por ser diferente, las diferencias son buenas, ahora mismo él es diferente y amo cada una de sus particularidades.

Pero si tuviera que usar esa palabra en una oración, diría que Geonhak es la persona perfecta para mí.

Él marcaba la diferencia de una manera hermosa, una que aceleraba mi corazón con cada recuerdo de todo lo que me había enterado esa noche. No tuvo una madre y un padre que estén inculcándole una creencia, de hecho tiene una madre que intenta lograr en él la perfección que no tiene su propia vida, sin darse cuenta que eso no está en los deseos de su hijo.

The Perfect Omega [LeeOn]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora