Único.

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El pitido de la alarma no dejaba de sonar, aquel molesto sonido le obligó a salir del sueño. SeokJin lo odiaba, porque él quería seguir soñando, aunque sabía que debía despertarse y traer sus pies de vuelta a la realidad,

—JungKook —murmuró al despertar.

La cálida luz traspasó el vidrio de la ventana, SeokJin maldijo ante el dolor que le provocó a sus ojos, sin embargo, sabía que era culpa suya por haberse quedado dormido mirando el cielo nocturno decorado con algunas que otras estrellas que se lograban ver desde la cuidad.

Sin muchas ganas se levantó de la cama, la misma que durante los últimos tres meses se hallaba fría, sin calor. Sin amor.

El departamento donde vivía no era grande, de hecho, era bastante pequeño, a pesar de ello si le hubieran preguntando hace unos meses antes, hubiera respondido que era cómodo y acogedor, que quizá no era la gran cosa, pero era su dulce hogar. Era el nido de amor que había creado con su alfa. No obstante, ahora caminaba con pena por ella, odiándola por los recuerdos que se encontraban guardados en lo más profundo de él. Pero él no se podía ir, aunque le doliera estar en ese lugar, era de él y de JungKook. Incluso si él se había ido.

Un sollozo volvió a salir, y las lagrimas no se tardaron en recorrer sus mejillas. Recordarlo era un sufrimiento interno que dolía como el infierno. Su alma lloraba por su otra mitad. Mitad que lo había dejado.

Él los había dejado.

Se derrumbaría ahí mismo si no alcanzaba a afirmarse de algo, así que se agarró de la orilla del mueble más cercano. Y se dedicó a llorar por minutos o quizás horas. El tiempo pasaba tan rápido cuando se trataba de sumergirse en el dolor y llorar desde el alma.

La puerta de la entrada sonó, y SeokJin rápidamente limpió sus mejillas y ojos, tratando de quitar todo rastro de su llanto. Se preparó mentalmente para poder sonreír, para que el mundo no viera como moría por dentro.

—Jinnie, cariño, ¿estás aquí? —la voz de su madre resonó por todo el departamento.

SeokJin salió de la habitación y llegó a la sala. Su madre estaba dejando un par de compras en la encimera de la cocina, cuando se volteó y observó a su hijo todavía en pijama, su ceño se frunció y su boca hizo una mueca en claro desacuerdo.

—¿Desayunaste? —le preguntó con un tono duro.

—No —murmuró Jin, desde hace unos mees se le hacía imposible hablar fuerte y claro. Su voz salía baja e inestable. Casi como un susurro.

—Son las dos de la tarde —comentó posando su mano en la cadera.

Jin abrió sus ojos sorprendido porque su alarma la tenía programada para las once y media de la mañana. Tal y como sospechaba se había quedado horas llorando y recordándolo. No era primera vez que le pasaba, pero nunca se lograba a acostumbrar, en su mente solo parecían minutos, y cuando la realidad lo golpeaba, la mitad del día se le había pasado. Así que últimamente sus días solo consistían en eso: Llorar, pensar, recordar, imaginar y de nuevo llorar.

—Ven te prepararé algo para comer, seguro deben tener hambre —dijo su madre ahora en un tono más suave. Quizá la culpabilidad le había golpeado—. Los omegas en estado tienen que comer bien, en especial en tu caso.

SeokJin hizo una pequeña mueca parecida a una sonrisa, la cual solo duró un segundo. Miro su vientre, el cual se encontraba abultado por el par de cachorros que contenía. Ya tenía seis meses y al ser mellizos su barriga se encontraba más grande de lo usual.

Volvió a romper en llanto, porque era tan doloroso.

¿A caso JungKook se había enterado de su embarazo? Quizá por eso había ido. El alfa le había dicho que no estaba seguro con ser padres.

Without a goodbye ㅡ KookJin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora