Capítulo Único

1K 105 23
                                    

El humo del tabaco siendo expulsado en un suspiro cansado abandona los resecos belfos de Keigo, quien entrecierra sus ojos repentinamente debido la ventisca que, sin previo aviso, golpea su rostro y desordena -más de lo que ya estaban- sus hebras doradas. Parece a punto de quejarse, no obstante, una fina línea se establece en sus labios la cual más tarde se convierte en un mohín a causa del frío congelando su cuerpo entero, sobre todo en su diestra, donde sostiene con firmeza el cigarro que caprichosamente se niega a soltar. Su mente aún no logra procesar lo ocurrido hace treinta minutos en casa de Rumi, pues, sus palabras junto al firme tono de voz resuenan persistentemente dentro de su cabeza.

—¿Nunca pensaste en terminar esto?

No es como si la pregunta le hubiese tomado por sorpresa, honestamente se lo esperaba. Keigo no tiene pensado en levantar su cabeza para que su mirada se encontrara con la intensidad de Rumi, que incluso llega a abrumarle a veces. Sus sentidos le dicen que es más interesante ordenar los interminables documentos aún sin leer dentro de su pulcro portafolio color negro, el cual se ve muy decente por fuera, pero si cualquiera se acercaba a hurgar su interior, la fachada era otra cosa: totalmente desparramado por otras viejas hojas junto a... ¿Era eso un pedazo de tostada con algo de crema de maní? Ni siquiera tuvo el tiempo de limpiar minuciosamente aquel maletín, por lo que no le quedó de otra más que pasarle un trapo húmedo por fuera y asunto solucionado.

Se ahorra las inmensas ganas de realizar una mueca de asco y quejarse en voz alta, así que con rapidez guarda los papeles en el portafolio que a duras penas consigue cerrar, aliviándose luego de escuchar un "click" el cual indicaba que se había trabado con éxito. Cuando busca a Rumi con la mirada, ella ya se había ido hasta la cocina en busca de un vaso de jugo de naranja, había regresado hacia Keigo y se había recostado en el sillón de dos plazas con el control remoto en mano para buscar una serie nueva que ver y luego criticar. Ni siquiera se estaba tomando el trabajo de insistirle para obtener una respuesta de su parte sobre el tema, y Keigo no pudo sentirse más que aliviado en ese entonces.

—Estos meses fueron increíbles— vuelve hablar y su voz suena de forma sutil, pero es suficiente para que Keigo se tensara nuevamente —Pero las cosas últimamente no han estado yendo como esperamos.

Rumi se voltea a verlo una vez termina de elegir su serie y en dejarla en reproducción. Esta vez sus miradas chocan, siendo la de esta última algo decepcionada con una mezcla de pena, mientras que Keigo sólo escucha la canción que da inicio a la secuela de fondo, pero aun así no logra sacarlo de su trance. ¿Qué las cosas no han estado yendo como esperamos? Claro que no, y mucho menos al recibir noticias de que su madre estaba enferma, lo cual resultaba desesperante cuando su maldito jefe no le concedía el acceso para ir a visitarla porque aún no había acordado los horarios de las conferencias pendientes con otras empresas de igual importancia que la suya. Él no podía esperar hasta el fin de semana, era un martirio; así que le había pedido a Jin que lo cubriera sólo por esta vez, prometiendo que llegaría lo antes posible para ocuparse y darle fin al asunto.

Fue terrible tal ocurrencia y sobre todo el haber confiado en alguien tan boca suelta como Bubaigawar; sin embargo, no tenía en quién más fiarse dentro de su ámbito laboral. Cuando regresó del corto viaje se tuvo que encontrar con su jefe y a su par al secretario junto a Jin, y con solo verlos dentro de su oficina, en ese instante supo que ya estaba acabado. No fue despedido, tampoco les convenía a ellos perder a uno de los mejores contadores del país, pero su sueldo fue reducido hasta fin de mes y desde ese momento tendría que ocuparse no sólo de su papeleo, sino también en el de Jin.

Que Rumi le planteara un asunto más dentro de su libreta de problemas fue más que suficiente. Es cierto que las cosas no han estado yendo del todo bien, para nada bien en cuanto a su relación, porque a duras penas tenían tiempo para verse, y cuando al fin podían coincidir horarios, el ambiente entre ellos se sentía extraño a tal punto de que les resultaba incómodo. No discutían, simplemente habían perdido la chispa y eso era lo peor que podía pasar dentro de un noviazgo. Keigo suspira disimuladamente y la comisura de sus labios se curvan formando una leve sonrisa, encara ambas cejas en un gesto fallido de intentar parecer sarcástico, y Rumi muerde su labio inferior sintiéndose casi aliviada.

douce déception 𖥔 dabihawksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora