Donde todo empieza

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Se conoce que en la Grecia antigua muchas personas eran conocidas por las hazañas que están realizaban, pero la grandeza que se da a una familia no es por el ser vigorosa, guerrera o comerciante, la riqueza que ellos poseen simplemente no se conoce, siempre será un misterio. De cualquier modo, ninguno de los sirvientes de dicha familia lograba vivir más de un par de meses, no era común que una joven que entrara saliera por más de un mes o dos cuando mucho y si se trataba del tiempo donde el hijo del señor de la casa estaba presente.

Se conocen solo rumores de su grandeza, muchos de ellos se constan de que hicieron un pacto con el dios Hades, rey del inframundo y de las riquezas. Y de esta manera evitar la guerra por ser considerados parte de la nobleza o bien parte del consejo del emperador. Aun así, solo las jóvenes sirvientas que entraban a trabajar a dicho lugar eran capaces de ver sus rostros por unos cuantos días, sin embargo, no se les tenía permitido decir nada sobre ellos o de como era por dentro el palacio que tenían. De ser que alguna de alguna palabra saliera de sus bocas, su muerte era instantánea, nadie conocía el como era posible realizar tal cosa, siendo que ellos no están presentes para ejecutarlas.

A causa de la ausencia del hijo del señor de la casa, una de las sirvientas entraba y salía constantemente de los muros del palacio, no se entendía como podía hacer tal cosa, se podría llegar a pensar que era uno de ellos, pero, su marido era la persona que le hacia pensar que no era así. Tener que trabajar, arriesgando tanto la vida de su hija como la de ella todos los días, por causa de las deudas ocasionadas por su esposo debido a la bebida.

Aileen Dimitriu, una mujer que se encontraba en la edad de 18 años tenía a su hija de 4 años a su lado todo el tiempo, no pudo evitar ser vendida al mejor postor por su padre, realmente agobiante por tantas propuestas de matrimonio. ¿Por qué? Esto se debe a causa de características físicas que llegaba a presentar, las cuales eran sumamente andrógenos. Sus ojos, iguales a los de su madre, siendo café claro con tonos de color vino tinto, piel cálida apiñonada y el cabello negro como la noche. No se sabía el porqué, dichas características se mostraban siempre en las mujeres.

Entraba y salía del lugar de manera cuidadosa, muchas otras jóvenes y señoras siempre preguntando acerca de los señores que vivían detrás de esas murallas de piedra que dividían completamente la sociedad. Aileen no se podía dar el lujo de decir algo y perder la vida, dejando a su hija al cuidado del que era su esposo, no sería bueno para ella, siempre la cuidaba en todo momento, pocas veces la dejaba sola por el miedo de que desapareciera de su lado por causa de alguna persona que pensara que era prudente hacerlo.

Aun así, todo era completamente intrigante, tanto por qué Aileen, tan codiciada en su tiempo, era la única que seguía viva después de casi 2 meses de estar trabajando en el palacio. Todo debía ser parte de una tregua entre el señor de la casa y ella, o bien, se estaba realizando un trabajo del cual no consta de limpiar, tales rumores y chismes siempre se daban con mayor frecuencia al empezar a meterse el sol y la noche empezaba a hacer presencia.

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⏰ Última actualización: Sep 09, 2020 ⏰

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