2.- El contacto

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Contemplo mi casa desde la entrada. Estoy a escasos metros de la puerta, sin embargo la veo borrosa, poco a poco parece como si se estuviera moviendo ligeramente. Saco las llaves de mi bolsillo y con pulso tembloroso intento colocar la llave en la cerradura. No lo consigo. Me calmo un momento, respiro hondo, segundo intento. La llave entra esta vez. Cierro la puerta, dejo la mochila en su lugar habitual, y tambaleándome logro llegar al sofá. Decido sentarme y cerrar los ojos para descansar un momento. «¿Qué me pasa?»

Abro los ojos, todo parece en calma esta vez. Me levanto muy despacio del sofá, por si aún soy víctima del mareo, pero parece que todo está correcto. Me siento bien. Recuperando el ritmo ando un poco y agarro el mando del televisor, lo enciendo, y pongo el canal de noticias más próximo. Al ver lo que transmitía la pantalla plana, mis ojos se abren exageradamente y doy un paso atrás. Un aviso de "Directo" se podía ver en la parte superior derecha, mientras el reportero del canal se encontraba en el paseo marítimo, equipado con un chubasquero amarillo y un gran micrófono, hablando a gritos para que los espectadores pudieran oírlo con claridad, puesto que, para mi sorpresa, está lloviendo intensamente. «Qué raro, cuando llegué a casa el cielo estaba totalmente despejado.» Continúo observando con detenimiento la noticia. El cielo está cubierto en su totalidad por unas nubes negras como el carbón, se pueden ver con claridad relámpagos y escuchar perfectamente los respectivos truenos que rugen con fiereza. El presentador lucha contra el viento lateral que sopla en su contra, y mientras tanto detrás de este son visibles restos de árboles volando, nubes de arena por la playa, y el imponente oleaje que se había desatado. Cada vez me parece más extraño, pero sigo observando la escena con atención. De repente, cuando parecía que la situación no podía empeorar, las olas del mar cesan su movimiento brevemente, y a continuación, empiezan a girar en el sentido contrario de las agujas del reloj, formando así un remolino enorme que comienza a tragarse los restos y barcos de la playa que se encontraban próximos. Me quedo estupefacto ante tal visión. La cabeza de me da vueltas y de nuevo empiezo a sentirme débil. Necesito apoyarme en el sofá para no caerme, y entonces me doy cuenta; es el remolino que había visto en el sueño. No puede ser, es demasiada coincidencia. Aturdido por lo que he presenciado, me vuelvo a sentar. Estoy pensando qué ha podido pasar, no entiendo nada, algo con lo que soñé de manera arbitraria se ha hecho realidad. Los párpados me pesan mucho, necesito cerrarlos, y descansar...

Abro los ojos. Lentamente miro a la derecha, veo el televisor, está apagado. Miro dónde estoy colocado. Me encuentro en el sofá, al parecer me quedé dormido al llegar a casa, qué raro. Enciendo el televisor y coloco el canal de noticias; "La economía del país sube un 4,6% este mes, en comparativa a los años anteriores", reza el titular. Parece que todo está en orden, ¿habré imaginado todo?, ¿el cansancio me habrá jugado una mala pasada?, ciertamente estoy en shock, pero me tranquiliza ver que todo continúa con normalidad. Centro las pocas fuerzas que tengo en este momento en las piernas, y me obligo a levantarme. Camino despacio hasta la entrada, abro la puerta y me asomo a contemplar el cielo. Completamente despejado, apenas pueden verse nubes y ni rastro de agua en el suelo. Efectivamente, todo había sido un sueño, otro extraño sueño más.

El día trascurre con normalidad. Las horas siguientes las paso haciendo mi rutina como de costumbre; estudios, jugar en el ordenador, leer un poco y preparar la comida. Se acercan las nueve de la noche. Me acerco a la cocina para calentar la cena que preparé con antelación, para así ahorrar tiempo. Mientras salteo unas verduras en una sartén, giro instintivamente la cabeza a la izquierda. Me siento observado, por un momento me pareció ver algo en la ventana. Apago la vitrocerámica y me acerco a echar un vistazo. El sol ya se había ido y ahora una imponente luna llena ocupa su lugar, trayendo así su consecuente oscuridad. No veo nada, sin embargo, la sensación de que alguien estaba ahí fuera continúa dentro de mi cabeza. Decido salir al patio trasero, que es el lugar al que da esa ventana, y al encender la luz compruebo que está todo correcto. Me quedo unos segundos de más mirando los alrededores para asegurarme, y es entonces cuando lo veo. Una sombra. Tan rápido como muevo la cabeza hacia la posición donde se encontraba, esta desaparece. Reacciono ágilmente y salgo corriendo al lugar donde estaba. Tras llegar en cuestión de unos segundos, puedo observar una silueta delgada y de estatura media, por sus curvas deduzco que debe ser una mujer, y por la manera en la que corre, probablemente joven. Decido ir tras ella. Acelero el paso a través de la calle, algunas de las luces del vecindario fallan, por lo que hay varios tramos donde apenas puedo distinguir nada en el camino. Sigo corriendo, cada vez más rápido, poco a poco comienzo a notar el cansancio y la falta de aire en los pulmones. Necesito parar a descansar un momento, y cuando lo hago, miro hacia delante para comprobar con resignación, como aquella chica se aleja demasiado de mí. «Ha quedado fuera de mi alcance».

Respiro hondo y me tomo unos segundos de relax antes de volver a casa. Cuando estoy apunto de dar media vuelta para regresar, me fijo en un punto brillante que destaca en la carretera, en la dirección donde la chica había estado corriendo. Me acerco y observo lo que tengo de mí; se trata de una pequeña esfera. La cojo con cuidado y la examino de cerca con detenimiento. Por su brillo y dureza, supongo que es una perla. Es muy bonita, pero su tamaño parece ser más grande de lo que debería . A medida que la muevo por la palma de mi mano, comienzo a notar cómo la perla se va calentando. Poco a poco se calienta con más intensidad hasta que llega un punto donde en un acto reflejo dejo caer la bola al suelo para no quemarme. La esfera se torna en un color carmesí, brillando cada vez más, y la observo perplejo. De repente, la mano con la que la había estado sosteniendo comienza a arderme por dentro. Siento como si estuviera tocando fuego directamente. Cuál es mi sorpresa al mirarla, y darme cuenta de que en la palma estaban empezando a salir unas manchas cuyo color coincide con el que acaba de adaptar la perla. Segundo a segundo esas marcas siguen apareciendo a lo largo de mi mano, formando entre ellas una especie de dibujo o patrón. La sensación de calor se reduce drásticamente al mismo tiempo que las marcas dejan de aparecer. Continúo mirando perplejo. Me acerco a la farola más cercana, alzo la mano afectada y presencio con claridad el grabado que ha quedado. Las manchas han adoptado forma de líneas, de un grosor aproximado de un centímetro, quizá dos, que envuelven mi mano completamente, y suben hasta tomar parte del antebrazo. En la palma, además hay una especie de espiral que termina exactamente en el centro de esta, y que está adornada en su parte exterior con varios dibujos que la rodean. No llego a distinguir las figuras que proponen los dibujos.

El ardor ha desaparecido en su totalidad. Al volver el brazo a su temperatura normal, las manchas dejan de tener el color rojizo de la perla y se vuelven negras. No tengo ni idea de qué significa esto, pero estoy asustado. Las marcas parecen ser parte de la piel, como una especie de tatuaje, y en cierto modo me alivia puesto que no sé si conseguiré retirarlo con facilidad, y podría hacerlo pasar como tal para responder las preguntas de los curiosos que lo vean. Estoy aturdido, no entiendo nada. Decido volver a casa para tranquilizarme en la seguridad del hogar. Cuando emprendo el paso, doy la vuelta rápidamente y recojo la perla que había tirado al suelo momentos atrás. Tampoco quema. La meto en el bolsillo, y al volver a mirarme la mano, compruebo que las marcas han cambiado levemente. Al principio no me percato, pero tras observarlas un par veces me doy cuenta de que las manchas que rodean la espiral, ahora presentan formas claras; son rayos.


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⏰ Última actualización: Sep 11, 2020 ⏰

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El secreto del océano. [En curso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora