EL único lugar en donde se sentiría segura es su propio departamento. El edificio en el que vivía era muy precario, por alguna razón no quería abandonar ese pequeño loft que, además, cumplía la misión de mantenerla acurrucada todos los días dentro de su existencial miseria.
Cuando se encontró con el sofá junto a la ventana que tan adolescentemente le complacía usar, se quitó los tacones algo desorientada y desequilibrada.
—¡Primera regla! — se escuchó decir a una muy conocida y fastidiosa voz para ella.
—You gotta be kidding me...
Ivy se golpeó la frente contra la ventana a propósito para no poder ver a quien se acercaba a ella.
Danielle Francella, su única prima, a quien odiaba con todas sus fuerzas.
—¿Dónde está mi fiesta de bienvenida? — preguntó Danielle con ironía fenomenal. —Pensé que te pondrías feliz de verme, solecito.
—¿Quién en su sano juicio podría estar feliz de ver a un engendro como tú, querida?
Ivy se irritó soltando un suspiro de rabia y por fin se volteó a verla. Danielle llevaba un collar negro con una argolla en el centro y su pelo lacio caía hasta sus hombros. Usaba una especie de arnés, que funcionaba también como corpiño. Los ojos pardos le brillaban como la piel.
—Soy el engendro más sexy que has visto en toda tu vida, Miss Ivy... — Danielle se ajustó los pantalones y se quitó los zapatos altos para caminar descalza. — Podría preguntarte sobre qué le ocurre a mi tío o cómo estás tú... pero la verdad no me importa. Por mí, que se mueran ambos.
—Oh... ya quisiera poder pagarle a alguien para que me matara en este momento, por estar malgastándolo contigo. ¿Vas a decirme a qué viniste?
Danielle, siempre inquieta se fue directo al closet de Ivy.
— Antes de decirte cualquier cosa, debes darme alguna de tus prendas... son finísimas y elegantes —Hizo un par de gestos irónicos sobre vestidos que iba examinando y sonrió sacando un Valentino.
Ivy ni siquiera se molestó en seguir a Danielle y sacó una botella de Jack Daniels de su bar personal. Esperó que el huésped no invitado se cambiara, y antes de que apareciera con un nuevo conjunto, la indispuesta Ivy tragaba su tercer vaso de Whiskey.
— Hey... hey putita, ¡te estoy hablando! — gritó Ivy, con menos sobriedad que hace 20 minutos.
Danielle llegó hasta su lado sonriendo con perversión apuntando su propio collar y metiendo el dedo en medio de la argolla.
— Estaba ocupada probándome tu ropa. ¿Qué se ofrece su majestad? — susurró lo último con picardía.
— Cuando me espantaste dijiste "primera regla"... ¿A qué iba eso?
Danielle se llevó un dedo a los labios como si ese gesto los sellara para no responder y le quitó el vaso de whiskey que iba hacia la boca de Ivy para que terminase en la suya. Un robo por otro.
—¿Aún tomas sólo en momentos ridículos de tu vida? —Le devolvió el vaso e hizo una mueca sensibilidad por el whiskey que la quemaba. —O estás intentan...
Danielle no pudo completar la palabra siendo interrumpida por un fuerte golpe en la puerta, ambas se sobresaltaron al mismo tiempo por el ruido y la más sobria, se dirigió hasta la entrada para abrir.
—¿Qué carajos fue eso? — se preguntó intentando buscar por el pasillo a quien había causado el estrago.
—Si es el Señor Fylis, dile que no fue mi intención chocar su carrito de compras en el aparcadero.
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INQUEBRANTABLE
Teen FictionIvy lo tiene todo y no tiene nada, el duro corazón de una mujer joven se verá enfrentado a descubrir el amor en los brazos que nunca imaginó.