La sola idea de enfrentarse a la ruptura, encendía cada poro de su piel como una hoguera interminable y es que aquello, era lo que más le calentaba. Los ojos llenos de profundo resentimiento de Marco, le producían un pequeño orgasmo mental. Era inevitable para ella sentirse presa de un sofocante deseo sexual por abalanzarse y resbalar por encima de sus caderas como felina. ¿Qué era eso de los hombres violentos que le gustaba tanto, hasta el punto de provocarlos ella misma la ira?
Ivy esperaba impaciente su próximo insulto, estaba siendo víctima de violencia en la pareja y sabía perfectamente que ella lo estaba provocando todo con intenciones puramente sexuales y de anormal autosatisfacción.
—Es que no lo entiendo... — Dijo Ivy, mientras se sentaba en sus piernas con sutileza y elegancia femenina.
—¿Qué? ¿Qué no entiendes Ivy? — preguntó Marco ignorando que otra vez buscaba sexo para conceder el perdón.
—No entiendo cómo puedes gustarme tanto cuando te enojas... aunque deberías hacerlo más seguido. ¿Qué debo hacer para enojarte más?
Hubo un silencio rotundo después de aquella frase, Marco se sintió perdido en el abismo por algunos segundos, lo que su novia decía no tenía sentido alguno. ¿Quién en su sano juicio querría estar siempre peleando por todo?
—Estás enferma— Afirmó Marco antes de tomar sus caderas y quitarla de encima.
Ivy quedó con el cuerpo sobre la alfombra con un descomunal deseo de morirse por dentro por aquellas palabras y aunque lo tenía muy bien asumido, odiaba escucharlas de la boca de otras personas.
—No te aguanto un segundo más ¿Entiendes? Esto es tóxico e insalubre, estás enferma y deberías ver a un médico.
Marco sonó como un verdadero ser racional en ese momento.
— Me lastimaste de verdad esta vez... — susurró Ivy con un tono infantil.
El cuarentón de su novio no esperó segundos y la hizo ponerse de pie de un solo movimiento, apretó ambas manos sobre sus antebrazos y la acorraló contra la pared que más rápido encontró. Los ojos de Marco volvían a provocarle lo que ella más deseaba en el mundo, esa sensación de adrenalina y lujuria que a la vez la estaban acabando como humana racional.
Ella sonrió como una niña inocente y lo escupió para defenderse de su forcejeo. Marco no se limpió ni siquiera el borde de la mejilla y levantó su palma para azotarle la mejilla en una fuerte bofetada.
Ivy presionó sus labios con un suspiro escondido y volvió a dibujarle esa sonrisa pícara que le nacía naturalmente desde de su libido potenciado.
Marco en un remordimiento instantáneo por haberle enrojecido la mejilla, la soltó y se alejó unos pasos hacia atrás.
Atónito por las reacciones que tenía que enfrentar con Ivy, se arrodilló frente a ella mirando hacia el suelo.
— ¿No me vas a dar lo que quiero, tontito?
— ¿Por qué me haces esto? — preguntó en el mismo segundo en el que sus lágrimas le cubrían el rostro.
— No... no se te ocurra llorar, no estoy para este tipo de espectáculos baratos. Me estabas encendiendo. ¿Por qué paraste?
— No me gusta golpearte, cariño — Marco se desplomó y abrazó sus tobillos como un niño.
— Basta. Quería que me golpearas. Eso lo sabes hacer muy bien.
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INQUEBRANTABLE
Roman pour AdolescentsIvy lo tiene todo y no tiene nada, el duro corazón de una mujer joven se verá enfrentado a descubrir el amor en los brazos que nunca imaginó.