Sellado en profunda tormenta,
deseoso instinto de andar,
mi cuerpo susurra y lamenta,
en oscura tiniebla vulgar.
Carroña sucia e impura,
cúspide gélida de locura,
finas líneas ha cruzado,
mi egoísmo crudo y despechado.
Engreído personaje del suelo,
aquel que supo emprender vuelo,
aún cuando rodeado de desconocidos,
confío algo de tiempo en los vivos.
Satisfecho el titán que acompañaba,
al triste vástago que meditaba,
marchó lejos en pura cabalgata,
en el magnífico carruaje de ojalata.