Capítulo Único

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Sohyun lo amaba, lo amaba de la misma forma en la que nunca pensó que llegaría a querer a alguien. Era de esa clase de sentimiento que te hace pensar que harías cualquier cosa por la otra persona, incluso hasta la locura más grande jamás pensada. Y no era para menos, puesto que él había sido el único protagonista en su vida. Indudablemente, había sido el autor de sus reducidas memorias, llevándose desde las más significativas primeras veces hasta las más irrelevantes.

Se sentía viva a su lado, como si su única gota de energía vital dependiese exclusivamente de él, como si esa fuese la única razón que la atase allí.

Jungkook era, sin lugar a dudas, una persona interesante. Había que conocerlo tan bien como la castaña lo hacía para darse cuenta lo particular que él era. Solía preferir pasar desapercibido de todos a su alrededor, teniendo un perfil tan bajo que a veces resultaba difícil incluso notar que se encontraba allí. Sin dudas, era alguien bastante callado, pero del tipo que mantiene el silencio solo para retener la atención en la escucha y la observación sigilosa. Astuto, extremadamente rápido para pensar y actuar con mucha inteligencia, siendo escasas las veces que perdía su calmada compostura.

Ella no sabría decir con exactitud en qué momento comenzó a sentirse de esa forma hacia su persona, simplemente sucedió. Sabía que en un principio su situación no había sido de lo más fácil de llevar, pero aprendió a hacerlo e, inclusive, a apreciarlo. Fue un duro y extenso proceso en donde su relación se fue formando y escondiendo todo el dolor, las angustias y penas dentro de un cofre que hace tiempo perdió su llave.

Tres suaves golpes se escucharon resonar en la puerta, anunciando la presencia que muy bien conocía y esperaba con ansias.

—Adelante. —canturreó tímidamente, escondiendo una sonrisita en cuanto lo vio.

Para su -no admitido- agrado, Jungkook resultaba ser bastante atractivo, eso si lograbas verlo bajo aquellas enormes sudaderas oscuras que se empeñaba en usar. Sus cabellos eran de un color azabache que contrastaba a la perfección con el tono pálido de su piel.

Aún siendo sus mechones de lo más sedosos y su cutis de lo más tersa, lo que más destacaba de él debían de ser sus ojos. Tenía un par de luceros tan oscuros como la noche misma, pero a su vez tan brillantes como constelación de estrellas. Podía perderse con facilidad en su forma almendrada y en su transparencia casi hechizante, eran su debilidad.

—¿Cómo estás, cariño? —cuestionó con su familiar voz aterciopelada— ¿Te sientes mejor?

Sohyun largó un suspiro con cansancio, negando con la cabeza. Todas las tardes él le hacía las mismas preguntas, una y otra vez, a pesar de que la respuesta siempre terminaba siendo la misma. Lo siguiente que acostumbraba a hacer era acercarse con una diminuta sonrisa y acariciar sus cabellos con cariño, para luego sentarse a su lado en la cama.

—Te pondré tu medicamento. —le comentó como siempre, llenando la jeringa con aquel líquido del mismo color que el caramelo— Ponte cómoda.

—¿Por qué sigues insistiendo con eso? No voy a mejorar. Cada vez me siento peor, la enfermedad no va a detenerse por una tonta inyección.

Estaba cansada, exhausta se podría decir. Cada vez aquella enfermedad parecía tomar más de ella, la estaba marchitando del mismo modo en el que la plaga mutilaba una rosa, consumiendo tortuosamente lento todo a su paso.

Se sentía tan perdida y débil. Tenía la sensación de que su memoria también había comenzado a fallar, puesto que continuamente se forzaba a recordar, pero en su mente parecía no haber recuerdo alguno. Pensar mucho la hacía sentir mareada, así que la mayor parte del tiempo prefería no hacerlo, aún cuando inconscientemente algo dentro de ella la quería seguir forzando a ello.

Look What You've Done [Jk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora