El arte de convertirse en una BADASS

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La vida cambia en un abrir y cerrar de ojos, en el momento menos idóneo.

El rechazo es una de las formas más desagradables de cambio, tengo miedo de él, por esa razón siempre he fantaseado con mis sueños y con las personas que me atraen, así que suelo hablar conmigo misma y en voz alta, especialmente cuando intento encontrar soluciones.

Todos buscamos alcanzar aquello que no podemos tener, es una cualidad natural que cada ser humano necesita como impulso o motivo, pero está en cada uno de nosotros hacerlo realidad.

Me miro en el espejo con la intención de hablar conmigo misma:

"Elizabeth Moore debes preocuparte por tus propios asuntos mientras los demás se enfocan en la vida de las otras personas. Tú puedes."

Así es, declaro que a partir de hoy existirá un nuevo comienzo en mi vida, todo cambiará. Lo sé porque ya di el primer paso. Luego de haber sido aceptada en la universidad, especifícamente en la carrera de literatura, hablé con una de mis amigas más cercanas, soy mayor que ella solo por tres meses. Ginevra Gutiérrez, o como se hace llamar: Gigi, es la presidenta y fundadora de la hermandad estudiantil femenina: Lambda Tau Lambda, y estuvo encantada al saber que quería unirme. Hoy me mudaré junto a ella y seré la primera persona en entrar sin los votos de las integrantes.

Sé que mis cualidades difieren tanto a las de aquella hermandad, conformado por chicas cuyos padres son en su mayoría ricos. Jovenes extremadamente femeninas, enfocadas en organizar eventos sociales memorables. Estoy consciente de mi estilo bohemio, compuesto usualmente por un cómodo jumpsuit, de mis ojos azules cansados, de mi cabello voluminoso que descansa sobre mis hombros teñido de rojo, y ni mencionar mi rostro sin ningún rastro de maquillaje, mostrando libremente algunos granos que aún brotan sobre el límite de mi frente.

A diferencia de Ginevra soy de estatura baja, y tal vez más curvelínea, ¿a quién engaño comparándome con ella?, Gigi trabaja con una agencia publicitaria y de talentos desde que tenía cinco años. La chica ha viajado a menudo a ciudades como Milán y París.

Le echo un último vistazo a mi habitación, especialmente a las paredes revestidas por tonalidades ambarinas, un espacio iluminado al que le dediqué tanto tiempo, sobre todo desde que mamá falleció y papá escapó prácticamente en el acto, yo tenía dieciocho años y estaba a punto de asistir a la ceremonía de graduación. Siempre he sido hija única, pero desde hace cinco años me he vuelto hija de mis abuelos maternos, personas admirables a quienes adoro. Esta situación me llevó a tener cuatro sesiones a la semana con un psicólogo-psiquiatra durante dos años consecutivos, al principio era renuente a este hecho, pero luego se volvió agradable porque se trataba de una persona que deseaba ayudarme y también escucharme sin ninguna queja. Me habitueé tanto al Doctor Wilson que en momentos de indecisión, de desahogo, o en mis altibajos depresivos y ansiosos, cuando mi mente elige recordar momentos indeseables, decido llamarlo y hablamos por horas. Después de todo ya no es un doctor, sino un amigo treinta años mayor que yo. En una de mis primeras sesiones me dio una planta que me representaba, y tuve que cuidarla minuciosamente, en las siguientes tenía que llevarla para que él me diera el visto bueno, así que iba en mi bicicleta y caminaba con ella en mis manos para arriba y para abajo. 

El doctor Wilson también me motivó a involucrarme en un voluntariado para asear las calles, eso me ayudó a respetar la naturaleza y a distraerme más.

Luego de aquel momento doloroso que marcó toda mi existencia fue como desarrollé mi idéntidad y mi estilo. Antes era completamente diferente de como soy ahora, yo era increíblemente popular en la secundaria, me llamaban: la abeja reina. Gigi y Daisy me seguían por doquier. Éramos imparables, consideradas caprichosas, divas y en ocasiones bullies. Todo era un paraíso en mi vida hasta que mamá enfermó. Debido a mi cambio espontáneo, Daisy se alejó, pero Gigi estuvo a mi lado, y aunque nunca ha sido su fuerte, hizo su mejor intento en brindarme palabras de aliento. Ahora somos dos caras diferentes pero partes de una misma moneda.

No Puedo Sacarte de Mi Mente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora