El arte de ser bienvenida

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La mansión de la hermandad, dentro de este complejo residencial, se alza imponente como una de aquellas de ensueño. Sus colores se avivan gracias al crepúsculo colorido en el horizonte. Se trata de una casa amplia, elegante y rodeada de jardines, mientras que la propiedad de los Alpha Kappa Xi, a un lado, guarda variadas similitudes aunque con detalles menos cuidados y menos femeninos.

Suelto un suspiro, reconociendo mi nuevo hogar. Espero que funcione esta idea de poder volver a ser quien era.

Abandono el vehículo una vez se ha detenido, llevando mi mochila y mi apreciada caja conmigo. Gigi camina a mi lado, rodeando mis hombros con un brazo mientras me dedica una sonrisa y me guía por un sendero de piedras que llevan al imperioso umbral.

—Andando, Tey Tey—murmura Gigi—. Mannes llevará tus pertenencias a tu habitación, así que relájate e inspira tu comienzo.

Cuando la puerta se abre para permitirme entrar, me sobresalto al encontrar tantas personas esperandome y gritan en unísono:—¡Bienvenida!

No puedo evitar esbozar una amplia sonrisa mientras ubico a las chicas de Lambda Tau Lambda adornadas por chaquetas estílizadas y rosadas, y a los chicos de Alpha Kappa Xi portando sus reconocidos abrigos de baseball.

Todos aplauden mientras luces coloridas comienzan a girar por todo el lugar, iluminando también los globos flotantes sobre el techo y el gran cartel que dice:

Bienvenida Tey Tey.

Ryan, el chico del batido, decide gritar:—¡Que empiece la fiesta!

Uno de ellos enciende una máquina Jukebox logrando que una canción de Twist de los años 80 invada el recinto.

En segundos, la casa explota en un gran desastre, principalmente por la cantidad de personas entusiasmadas.

Me sorprendo cuando Ryan corre hacía mí, obligándome a soltar los objetos que cargo. Sin previo aviso, me carga y corre, llevándome entre sus brazos mientras todos los invitados gritan mi sobrenombre: Tey Tey. Rápidamente se detiene en el patio trasero y me lanza en la piscina repleta de espuma. Sin más, me dejo llevar por el agua hasta que mi rostro rompe la superficie. Los chicos de la fraternidad vecina se lanzan al agua sin meditarlo.

Entre risas, encuentro a Gigi en el límite de la piscina con un vaso en su mano mientras me extiende una toalla con la otra. Retirandome la espuma de mi cuerpo, salgo al exterior para luego envolverme con la toalla, al mismo tiempo que observo el cielo ser invadido por la noche.

Gigi coloca una mano sobre mi hombro, regalándome una sonrisa afectuosa.

—¿Te ha gustado mi sorpresa?—pregunta mientras alza las cejas con simpatía.

—Sí, Gigi. Ha sido un lindo detalle, gracias.

Ella rueda los ojos con alivio—¡Qué alegría! Por un momento temía que fuera abrumador para ti, dado a que no has ido a fiestas desde que sucedió todo lo que...ya sabemos, y decidiste perderte la fiesta de graduación por tu depresión. Además, tenemos que admitirlo, para aquella época usabas brackets y ellos no se ven nada bien con un vestido formal. Nes piensa lo mismo cada vez que ha hablado sobre tu proceso de ortodoncia—comenta arreglándose el cabello con una mano—¿Te agrada la música?, no sabía si contratar a un DJ o mantener un estilo vintage, pero conociendote decidí que esta última sería la mejor opción.

Ladeo la cabeza—Es perfecta, Gigi. Supongo que la carrera de publicidad te quedó como anillo al dedo.

Ella afirma con la cabeza—Lo sé—suelta una mueca tierna para luego envolverme en un abrazo—. Te extrañé, Tey Tey.

No Puedo Sacarte de Mi Mente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora