Capítulo​ 4

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-¿Te quedas aquí, entonces? -me pregunta Nora.

-Sí. He quedado aquí con él.

-De acuerdo. Espero que lo pases bien y te cuidado por si acaso. ¿Vale?

-Vale.

Sonrío y Nora también lo hace.

-¡Nora venga ya! !Ya nos hemos despedido! ¡Vamos! -nos interrumpe Miguel impaciente.

-¡Sí! ¡Ya voy! -le responde irritada- Hasta después.-me abraza, y yo le devuelvo el abrazo.

Espero sola unos tres minutos mirando el móvil y de pronto escucho un claxon. Levanto la cabeza y me encuentro con un impresionante deportivo negro.

Ahí mi madre. ¡Es Izan! Lo recordaba guapo, pero es mucho más que eso. ¿Y ese es su coche? ¡Dios! No entiendo nada de coches, pero es alucinante.

Baja la ventanilla y alza un poco la voz, con una sonrisa pícara.

-Vamos, sube -me abre la puerta por dentro y yo me acomodo en el asiento del copiloto.

-Hola -le digo con repentina timidez.

-Hola. Ponte el cinturón.

-Sí, claro -mientras me abrocho el cinturón le pregunto- ¿Qué coche es?

-Es un Ferrari California. ¿Te gusta? -me dice radiante.

-Sí, es muy... espectacular -consigo decir.

-No tanto como tú.

Me sonríe y yo me derrito por dentro, poniéndome roja como un tomate.

Oh, me ha echado un piropo.

-Gracias. ¿A dónde vamos?

-¿Has cenado?

-No.

Enfatizo con la cabeza.

-Vale, yo tampoco, así que vamos a cenar.

Se incorpora a la carretera con facilidad.

-¿Quieres que ponga música? -me pregunta.

-Sí -contesto nerviosa.

Vale, Beth, relájate un poco, nunca son buenos los nervios. Me digo mentalmente una y otra vez.

-¿Qué te gusta? -me mira un segundo.

-¿Qué música tienes? -respondo a mi vez.

-Mmm... de todo un poco. Me gustan varios estilos.

No tengo ni idea de que es lo que le puede gustar, pero por favor, que no sea nada de heavy metal, por favor. No me gusta en absoluto.

-Pon la que quieras -le digo sonriendo.

-De acuerdo- enciende la radio y programa el Ipod. A los segundos empieza a sonar una melodía que rápidamente reconozco. Ufff... menos mal. Esta me gusta.

-¿Mirrors, Justin Timberlake?

-Sí, si no te gusta la puedo cambiar -se inquieta.

-No. Me gusta -murmuro y asiento para dar énfasis a lo que digo.

-Vale -se relaja visiblemente.

La verdad es que esta canción estando aquí con Izan, sólo hace acrecentar mi nerviosismo.

-¿Adónde vamos a comer? -le pregunto para hacer ameno el trayecto.

-Conozco un restaurante italiano. Es el mejor. Está en esta misma calle -me dice con seguridad, pero luego duda, no sé por que -Te gusta la comida italiana ¿no?

Un encuentro inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora