Adios días

Capitulo: 1 Mi pecado, mi canción

Por fin me digné y abrí la puerta. Lo que me esperaba, un puñetazo en la cara de parte de mi padre. Ya estaba algo acostumbrado a ver la sangre en mi cara y en mis manos, no me impresionaba.

-¡Eso por no abrirme la puerta cuando te lo he mandado!

-No soy tu esclavo- Repliqué

-¡Mi techo, mis normas! ¡Cuando cumplas los 18 puedes hacer lo que te de la puta gana! ¡Mientras tanto esta es mi casa!

-Esta no es tu casa, borracho de mierda, esta casa es de mi madre y...- Recibí una bofetada más

-¡Ni te atrevas a mencionar a tu madre! Esa puta nos abandonó de mala manera, seguro que se fue para hacerselo con el primer tio que pescara...- Sabía que eso no era así, mi madre amaba a mi padre, pero por encima de todo amaba a sus hijos. No pude evitar pensar que mi infierno era mi culpa. Volví a cerrar la puerta

-¡Adam! ¡Adam!-Finalmente se cansó y se fué. Oí la puerta de la nevera, oí como agarraba una cerveza, vodka, whisky, o lo que fuera que hubiera cogido. Por último, oí como se sentaba el sillón para ver el canal porno. No podía aguantarlo

-Un pecado no termina con lagrimas. Tienes que cargar con ello toda tu vida- Esas fueron las ultimas palabras que, entre lagrimas, me dijo mi madre, antes de desaparecer tras la puerta. Algunas veces me repetía aquellas palabras, como si fueran un hechizo para sentirme mejor.

Agarré los cascos y mi reproductor de música. Me dispuse a escuchar mi canción favorita, la canción que escuchaba cuando mis padres peleaban. La canción que me desvió tantas veces del suicidio. Aquella, era mi canción. A veces me emocionaba con ella y empezaba a llorar, otras estaba tan absorto en mis pensamientos que ni me daba cuenta de que ya habia acabado. En cualquier caso, esa simple canción y los gritos de mi padre, eran lo unico que escuchaba todo el día, todos los días.

La música empezó a sonar y, entonces, comencé a llorar.