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Empezaba un nuevo día en la ciudad y un joven castaño salía apurado hacia su escuela pues hoy era el día de la competencia de beisbol, si ahora pertenecía al equipo de beisbol, junto a Yamamoto, Gokudera e incluso Mukuro, quien se había trasladado a la Nami-chu por exigencia de su jefe. Decir que fue duro es quedarse corto, y con Reborn como entrenador fueron lecciones espartanas, estaba seguro que varias veces vio la luz al final del túnel.

Saludo a Yamamoto y Gokudera en el camino y juntos fueron hasta el colegio; una vez ya dentro se dirigieron a cambiarse y practicar antes del partido. Así los encontró su Sádico novio y entrenador Reborn, se quedó embobado mirándo al pelinegro, olvidaba todo cada vez que sus miradas se encontraban, reacciono al sentir el golpe de la pelota en la cabeza.

- ¡Friki del Beisbol, ya viste lo que hiciste! – grito molesto – Juudaime ¿se encuentra bien?

- Si... si Gokudera-kun, estoy bien – contesto nervioso

- Vaya Dame-Tsuna sigues tan torpe como siempre – sonrió, al ver las mejillas del castaño sonrojarse – creo que tu entrenamiento será más fuerte – contesto sonriendo sádicamente

- ¡No!... no es necesario ¡Reborn! – se puso pálido de solo imaginarlo

Después de esa pequeña conversación, siguieron practicando hasta la hora del partido. A las 10:30 de la mañana empezó el partido, el castaño admitía que estaba nervioso pero sus amigos y el se complementaban al momento del juego y por extraño que pareciera ellos eran los mejores bateadores del equipo.

Con el tiempo y gracias a sus amigos y sádico novio, mejoro bastante en los estudios y en los deportes, por lo que si bien ahora era un alumno promedio normal, y Yamamoto, Mukuro y el podían destacar tanto como Gokudera en los estudios y sacar los primeros puestos preferían quedarse en el promedio, lo cual había sido tema de discusión con su novio pero no quería llamar la atención, ya suficiente había sido con la sorpresa de haber mejorado en los estudios y haber pasado de no poder ni saltar el potro a ser un buen alumno promedio que podía hacer todo igual que los demás, por lo que quería evitar llamar demasiado la atención.

Decir que para todos fue una sorpresa que entraran al equipo de baseball para aprender a jugar, era quedarse corto, y aun así nadie espero que lo lograra. Por lo que cuando en el primer partido que jugara con el equipo fue uno de los mejores jugadores todos estaban boquiabiertos, pero la novedad de que Dame-Tsuna ya no era tan Dame fue pasando hasta que se acostumbraron y todo volvió a la normalidad lo cual agradecía y quería que siguiera así, quería disfrutar de lo que quedaba de escuela tranquilo.

Se concentro en el juego cuando lo llamaron a batear, a veces lo llamaban de ultimo para decidir el último punto para que su equipo ganara pues era bueno en ello; fue trotando y tomo posición con el bate firmemente sujeto y se concentro en la pelota, una vez que fue lanzada espero paciente y en el momento adecuado la golpeo mandándola lejos, dejo caer el bate y corrió a todo lo que sus pies daban pasando por cada una de las bases, atento por si alguno del equipo contrario venia con la pelota, aunque lo dudaba al parecer el golpe había sido demasiado fuerte. "A veces se me pasa la mano" pensó mientras una gotita le caía por la sien, a veces ponía demasiada fuerza lo que no era necesario, sin embargo, no había aprendido a medirse aún. Una vez piso la ultima base todo el equipo grito, pues habían ganado. Lo abrazaron y felicitaron, se despidieron del otro equipo y fueron a celebrar la victoria.

Tanto el cómo Reborn se fueron temprano, el castaño alego que estaba cansado y el pelinegro que acompañaría al menor para que no le pasara nada, los dos amigos del castaño sabían porque se iban, por lo que solo los despidieron con una sonrisa conocedora.

Una vez llegaron a casa, el pelinegro cargo al castaño como un costal de papas, y se encamino a la habitación que compartían.

- Vamos Reborn, en serio estoy cansado – trato de razonar Tsuna

- Amore te voy a premiar por la victoria – dijo con una sonrisa perversa y lujuriosa

- No hay manera de que te convenza de lo contrario, ¿verdad? – afirmo el castaño

- No – confirmo tajante

El castaño suspiro y dejo de luchar, dejándose hacer por su novio, sabia seria no una larga noche, pero también sabia la disfrutaría, sonrió ante ese pensamiento  

R27 Week 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora