Tsuna y la Bestia

75 8 0
                                    

En un pueblo lejano vivía un joven castaño con una belleza sin igual, de hermosos cabellos castaño y ojos marrones que reflejaban tanta inocencia, era la envidia de todas las mujeres del lugar. El joven castaño era alguien único amaba leer, le gustaba enseñar a los niños y era muy independiente lo cual sin duda a las madres del pueblo les parecía bastante reprobable, sin embargo, al joven esto le traía sin cuidado, pues su padre lo amaba tal cómo era.

El padre era un mercader, quien además de un hijo varón: Tsuna, tenía también dos hermosas hijas: Kyoko y Bianchi quienes eran mayores que su hijo. Sin embargo, el menor era su predilecto por su bondad y porque trataba de ayudarlo en todo lo que pudiera.

Sucedió que el mercader perdió todo cuanto tenía quedándole solo una humilde casa en el campo. Se traslado allí con sus hijas y su hijo y les dijo que tenían que aprender a labrar la tierra. Las dos hermanas mayores se negaron desde el primer momento mientras que Tsuna se enfrentó con determinación a la situación.

- No conseguiré nada lamentándome, trabajando sí. Si quiero ayudar a papá debo ser fuerte. Puedo ser feliz, aunque no haya lujos ni riquezas.

Así que Tsuna se levantaba temprano todos los días a encargarse de la tierra y lo que crecía en ella, también hizo su propio jardín el cual amaba cuidar. Él era quien lo hacía todo en casa, desde preparar la comida, limpiar la casa, cultivar la tierra y hasta encontraba tiempo para leer. Sus hermanas, lejos de estarle agradecidas, lo insultaban.

Llevaban un año viviendo en aquel lugar cuando el mercader recibió una carta en la que le informaban de un barco que acababa de arribar y traía mercancías suyas. Al oír las noticias las hijas mayores sólo pensaron en que podrían recuperar su vida anterior y se apresuraron a pedirle a su padre que les trajera caros vestidos. Tsuna en cambio, sólo pidió a su padre una sencilla rosa blanca ya que en su jardín no había podido hacer crecer ninguna.

El mercader emprendió el viaje a la ciudad y cuando llego y vio el cargamento se sintió decepcionado pues apenas y pudo recuperar sus mercancías, por lo que a la vuelta era tan pobre como antes, esperaba que sus hijas mayores entendieran y dejaran de ser un problema para él y su amado hijo. Cuando no le quedaba mucho trayecto para llegar hasta su casa, se desató una tormenta de aire y nieve terrible. Estaba muerto de frío y hambre y los aullidos de los lobos sonaban cada vez más cerca. Entonces, vio una lejana luz que provenía de un castillo.

Al llegar al castillo entró y no encontró a nadie. Por lo que decidió investigar. Sin embargo, cuando entro al comedor el fuego estaba encendido y la mesa rebosaba comida. Tenía tanta hambre que no dudo en comerla, sin pensar en si tendría problemas por probarla, luego pensaría en si habría repercusiones por sus acciones.

Después de saciar su hambre, todo el estrés y el cansancio hicieron mella en él, por lo que decidió buscar un lugar para dormir, subió a la segunda planta y recorrió el pasillo, abrió la primera puerta la cual era una habitación enorme en medio de esta había una cama con dosel y el fuego de la chimenea de esta estaba encendido, así con todo el cansancio encima se acostó en la cama y se quedó profundamente dormido. Al día siguiente encontró ropas limpias en su habitación y una taza de chocolate caliente esperándole. El hombre estaba seguro de que el castillo tenía que ser de un hada buena o estar encantado.

Cuando estaba por marcharse vio un jardín y en este unas preciosas rosas blancas, recordó la promesa que le había hecho a Tsuna de llevarle una rosa de ese color, y se dispuso a cortar una cuando sonó un estruendo terrible y apareció ante él una bestia enorme y le hablo con una voz que denotaba su furia.

- ¡Así es como pagáis mi hospitalidad, robando mis flores ¡

- ¡Lo siento! Yo sólo pretendía... son para mi hijo Tsuna...

- ¡Basta! Te perdonaré la vida con la condición de que tu hijo, ese por el que decidiste arrancar la flor me ofrezca su vida a cambio. Ahora ¡iros!

El hombre tomo un caballo ensillado que había en la entrada y cabalgo rápidamente, cuando llegó a casa estaba exhausto y apesadumbrado porque no sabía cómo salvar a su hijo del cruel destino al que le quería condenar esa bestia debido a su error, nunca pensó que una rosa podría traer ese mal.

Entregó la rosa a Tsuna y les contó lo que había sucedido. Las hermanas de Tsuna comenzaron a insultarle, a decirle que por su capricho su padre casi muere.

- Esta bien padre, Iré yo, - dijo el castaño con firmeza

- ¿Cómo dices Tsuna? - preguntó el padre

- He dicho que iré al castillo y entregare mi vida a la bestia. Por favor padre, déjame hacerlo, pues fue debido a mi petición es que estamos en este dilema.

El padre se negó a ello, sin embargo, cuando todos estaban dormidos Tsuna salió, de su casa para ir directo al castillo de la bestia y así cumplir con lo exigido.

Cuando Tsuna llegó al castillo se asombró de su belleza. Llevado por su curiosidad decidió explorar el lugar, encontrándolo esplendido sin duda. Cuando llego a explorar el segundo piso su asombro fue mayor al ver una puerta con un letrero que rezaba "aposento de Tsuna". Se sentó en su cama y deseó con tristeza saber qué estaría haciendo su padre en aquel momento. Entonces levantó la vista y vio un espejo en el que se reflejaba su casa y a su padre y sus hermanas.

Aquello le hizo darse cuenta que a pesar de haberlo obligado a ir al castillo, aquella "bestia" como lo llamo su padre no era tal y que era en realidad un ser muy amable, pero que la soledad le había hecho mucho daño.

Al principio debido a la tristeza y sentir que lo habían obligado se negó a convivir con el ser dueño del castillo, sin embargo, por su propio bien sabía que tenía que aprender a llevarse bien con él, aunque no le gustara, por lo después de pasar dos días encerrado, la noche del segundo día bajo a cenar, decir que se llevó un susto al ver a la criatura, lo que devino en una desastrosa primera impresión en ambos era quedarse corto, pues el joven castaño pensó que era un bruto sin modales y el segundo pensó que el joven siempre lo iba a rechazar por ser un monstruo.

Después de esa desastrosa primera velada, comenzaron a convivir más, pues el joven a la siguiente noche se disculpó por su mal comportamiento y le pidió una tregua para que se conocieran y pudieran tratar de hacerse amigos, la bestia acepto, aunque tenía otros planes, pues el joven castaño era sumamente hermoso a sus ojos.

Tsuna descubrió que el nombre de la bestia era Reborn, tenía 20 años, que en realidad era un joven que había sido maldecido por una bruja debido a su vanidad y orgullo, que amaba a los animales, le encantaba cazar, leer, cabalgar y que era bueno con las armas.

Conforme paso el tiempo Tsuna se fue dado cuenta que sentía algo por la bestia, pues amaba pasar tiempo con él, su sentido del humor, incluso cuando estaba serio era tan guapo a pesar de su apariencia fisica, pensar esto lo hacía sonrojarse.

Como todas las noches bajó a cenar y aunque estuvo muy nervioso al principio, fue dándose cuenta también conforme transcurría el tiempo de lo humilde y bondadoso que era la bestia.

- Si hay algo que desees solo tienes que pedirlo y yo te lo concederé – dijo la bestia.

Tsuna se daba cuenta de lo mucho que Reborn se esforzaba en complacerlo y todos los días descubría en él nuevas virtudes. Sin embargo, extrañaba mucho a su familia por lo que, a pesar de amarlo, cada vez que la bestia le preguntaba por sus sentimientos, el castaño los negaba. La Bestia pese a eso no se enfadaba, sino que lanzaba un largo suspiro y desaparecía.

Un día Tsuna le pidió a la bestia que le dejara ir a ver a su padre, ya que había caído enfermo. La bestia no puso ningún impedimento y sólo le pidió que por favor volviera pronto si no lo encontraría muerto de tristeza.

- No dejaré que mueras Reborn. Te prometo que volveré en ocho días - le dijo Tsuna y le regalo un beso de despedida.

Tsuna llego por la noche a su casa y estuvo en casa de su padre durante diez días cuidando de este. Tenía en mente volver al día siguiente al castillo pues su padre ya estaba mucho mejor de salud, por lo que se fue a dormir temprano. Sin embargo, cuando soñó con Reborn yaciendo en el jardín del castillo medio muerto. Se despertó aterrado, tomo el primer caballo del establo, se montó y regresó de inmediato al castillo, entro corriendo y lo comenzó a buscar, mas no lo vio por ninguna parte, recordó su sueño y lo encontró en el jardín. La pobre bestia no había podido soportar estar lejos de él, pues su amor era tan grande.

- No os preocupéis. Muero tranquilo porque he podido veros una vez más.

- ¡No! ¡No os podéis morir! ¡Por favor no me dejes! ¡Te amo!

Con las palabras del joven una luz blanca iluminó a la bestia y todo el castillo, sonaron las campanas. Tsuna fue cegado un momento por la luz y cuando se dio cuenta que ya había desaparecido fijo su vista hacia donde había estado la bestia y no lo vio, "¿A dónde ha ido?" se preguntó, pues allí donde había estado su bestia había un apuesto pelinegro de unas curiosas patillas rizadas y ojos ónix el cual sonreía dulcemente.

- Gracias Tsuna. Habéis roto el hechizo. Una bruja me condenó a vivir con esta forma hasta que encontrase a una joven capaz de amarme por lo que yo era sin tener en cuenta el exterior.

El príncipe se casó con Tsuna y ambos vivieron juntos, tuvieron dos hijos; el joven castaño descubrió que su esposo era un pervertido de primera que le hacia todo tipo de perversidades, aunque también podía ser muy celoso y posesivo, pero pese a los defectos, aun así, vivieron felices durante muchos años.

R27 Week 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora