Herr Mannelig

14 1 0
                                        

Vieja historia atrapada en el principio de los tiempos y destinada a repetirse una y otra vez por todos los tiempos de la humanidad para brindarle nuevos elementos de magia, divinidad y misticismo.

En tiempos primeros, desde las torres altas como los cielos, los vigilantes observaban como en el suelo la humanidad se desenvolvía. Extrañas criaturas hermosas y extravagantes a sus ojos, causaban curiosidad el simple hecho de cómo vivían su día a día, absorbiendo cada aprendizaje como algo nuevo y único, sin recuerdos del ayer y con solo el presente.

Los días pasaban y una mente superior que mira por mucho tiempo hacia abajo se exaspera al ver qué tan lejos se está de la meta de la evolución, por voluntad propia observa más a fondo, porqué la demora y descubre la fragilidad de la evolución y el peligro de aquellas criaturas, su inocencia es envolvente, su divinidad y pureza admirable desde la lejanía.

Un equipo entero de ingenieros sociales y genéticos abordaban cada uno de los pasos a cómo debía darse los planes, Herr Mannelig, el vigilante cada vez descubría más... veía a su compañera a la lejanía, triste al estar atrapada en las garras de aquellas criaturas salvajes, inhumano, aquello por lo que ella estaba pasando, la llenaba de violencia e incomprensión al no poderse comunicar con efectividad con quién ahora era su captor. Desde los cielos él no podía interferir ¿Qué podría hacer un simple vigilante?

Festejó la huida de su compañera en silencio, más la tortura no acababa, así que si tanto sus planes debían llevarse a cabo para él poderse ir de aquel primitivo lugar, haría algo, con la astucia y cuidado que podía imprimir en lo que él ya había analizado.

Con cautela se acercó a una Troll de la montaña y aprendió más de ella; dulce era aún la criatura, tierna e inocente, cualquiera que la viera podría tomarle cariño, desear cuidarla y tratarla con ternura. Ella estaba hipnotizada con la belleza de Herr Mannelig, y cada palabra que salía de su boca la llenaba como nunca antes se había sentido llena, ese júbilo cautivaba a Herr Mannelig, tal cual como para la Troll era novedoso.

El compartía su conocimiento con ella, le enseñaba de dónde venía, cómo había llegado allí y como ella era una Diosa tal cual como ella lo miraba a él, tan divina como él. Ella, perdía interés en su vida cotidiana y todas las tardes iba sin falta al lugar de encuentro con aquel vigilante que tanto le endulzaba los oídos con sus bellas palabras, su bella música, sus divinos gestos y sus tiernas caricias, tan diferente a los toques bruscos y torpes que ahora le parecían a lo que ella estaba acostumbrada. Aquel hombre le erizaba la piel solo de recordarlo, ella no sabía qué sentía, pero el simple hecho de ser diferente la mantenía muy interesada. Cada palabra que ella le refutaba, él se la aclaraba, día tras día rompía su inocencia mental e iba siempre por más.

Los planes de él eran fijos, nunca divagó, aunque el trato que él le dio fue muy paciente y lleno de afecto.

Él ya sabía de su prohibición: de todo fruto comerás, más del árbol que está en el centro del jardín no comerás porque ciertamente el día que comas de él, morirás.

Herr Mannelig: Ciertamente no morirás, sino que serás como ellos, conocedor del bien y del mal al igual que Dios – él tomó su instrumento y se propuso a cantarle en una canción.


Bergatrollet ut,

os podéis casar conmigo por la oferta tan gustosa que yo os doy...

Bien podéis responder solo si o no,

si queréis sí o no


Yo os daré doce veloces corceles

Que pastan en la arboleda rosada

Nunca llevarán sillas sobre ellos

LUJURIA CONTROLADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora