Mis patas se hunden en el suelo húmedo y frío, a medida que sigo corriendo, la tierra se levanta y mancha mi pelaje. Mi respiración es cada vez más agitada, pero no puedo parar, no podemos parar, es nuestro deber llevar comida a la manada y yo estoy al mando de esta cacería.
El alce ya está cada vez más cansado, su velocidad va bajando poco a poco pero sigue zigzagueando entre los árboles con tal de perdernos, esto nos retrasa pero no nos detiene. Llegamos al pie de un barranco, el animal queda acorralado entre la pared y nosotros, con sus astas intenta amenazarnos, pero poco a poco lo vamos rodeando.
Aprovecho el momento en el que deja al descubierto su cuello y me abalanzo sobre él, incrustando mis colmillos entre su pelaje y finalmente su carne, la sangre va manchando poco a poco mis dientes. El animal suelta un alarido y se ladea, con la fuerza que le queda, me estampa contra la pared, pero resisto e intensifico más mi mordida, se sacude de nuevo, mis compañeros han ido por sus patas.
Poco a poco, debido al cansancio, dolor y pérdida de sangre, se desploma en el suelo, soltando alaridos y gemidos de dolor, su respiración va bajando poco a poco, y debido a nuestras mordidas, finalmente muere. Empiezo a aullar para indicar la finalización de esta cacería, mis compañeros hacen lo mismo y procedemos a arrastrar el cadáver entre seis, mientras que los dos restantes vigilan que no vengan osos a robarnos.
Al llegar a la entrada de nuestro territorio, un pelaje mayormente blanco se alza entre todos los demás, levanta su hocico, orejas y cola, nos mira atentamente y luego se relaja, baja su cola, en señal de que somos bienvenidos con la comida.
—Buena cacería hijo —dice mi madre orgullosa.
Los demás lobos de la manada nos dan la bienvenida, y entre ellos sobresale mi querida Nely, quien llega rápidamente y lame parte de mi hocico. Siento la mirada de mi madre sobre nosotros.
—Gracias mamá, nos costó un poco pero espero que alcance, es un alce adulto —digo, los vigilantes toman el alce y la llevan al centro de la manada para repartirla a la noche, mis compañeros se relajan y la mayoría va al lago para tomar agua.
—Seguro que sí —dice con un tono de orgullo en su voz, la felicidad se apodera de mí, necesito demostrarle que puedo ser el próximo Alfa y liderar la manada de la mejor forma posible, y con Nely a mi lado será mucho más fácil.
—Mamá, ¿podemos hablar? —finalmente decido que es el momento, debo decirle que me casaré con Nely y ya podré ser el Alfa.
Mi madre, quien estaba a punto de retirarse, se ve algo sorprendida ante mi comentario, se voltea para verme. Nely ha empezado a expresar su ansiedad, supongo que debe esperarse lo del matrimonio, ya llevamos mucho tiempo juntos y debemos generar descendencia.
—Está bien —mi madre asiente y empieza a dirigirse a su cueva, siempre le ha gustado vivir ahí, a pesar de la humedad y los insectos. Solo pocos lobos se refugian en cuevas, a menos que llueva.
Miro a Nely mostrando mi ansiedad, no sé qué decirle, me limito a lamerle el hocico y ella mordisquea un poco mi oreja, empiezo a alejarme y tengo que admitir que me cuesta un poco estar lejos de ella, estuve muchas horas de cacería y ahora tengo que hablar con mi mamá, ya no puedo esperar para verla de nuevo.
Al llegar a la entrada de la cueva, me siento cada vez más nervioso. Respiro hondo y sigo adentrándome hasta llegar a una pila de piedras planas que le sirve a mi madre para dormir. Ella se sienta y me mira atenta, sus orejas se levantan, ya está impaciente. Yo imito su acto, pero al doblar mis rodillas para sentarme, no puedo evitar soltar un quejido, esa alce me estampó demasiado fuerte en la pared.
—Veo que no estuvo fácil —dice ella con cierto tono de burla.
—Era fuerte, aprovechó una pared de piedra y me pegó contra ella —digo perdiéndome un poco en los recuerdos, mi madre hace una mueca, pero estaré bien y ella lo sabe. —Mamá, tengo que decirte algo.
Ella se pone atenta de nuevo y sus orejas me lo recalcan, asiente con la cabeza y yo respiro hondo. Ya no hay vuelta atrás, tampoco puedo inventar una mentira, tengo que decirle todo, seguro que con mis planes y argumentos lo aceptará.
—Me casaré con Nely, luego podré ser el Alfa, podrás descansar mamá, ella y yo nos encargaremos de la manada y...
Mi madre de levanta abruptamente de su sitio, interrumpiendo mi comentario, me mira atentamente y con mucha seriedad, levanta su cola y orejas y puedo apreciar como cada músculo de su cuerpo se tensa.
—Karten, no dejaré mi mandato solo por tu unión con Nely —dicho esto, me levanto para reclamar, pero ella levanta su hocico, me mira por unos segundos y se retira a paso firme de la cueva, dejándome con las palabras en la boca.
—¡Maldición! —ladeo mi cabeza y miro a todas las dimensiones de la cueva buscando calmarme, mi pecho sube y baja con rapidez a la vez que siento que mi corazón va a explotar de lo fuerte que late.
—¡Karten, Karten! —Orue, un lobo macho de pelaje gris, Beta de la manada, llega apresurado a la entrada de la cueva, al encontrarme se contenta, pero esa felicidad le dura muy poco. —Es Nely... —es lo único que logra decir, al oír su comentario, la imagen de ella llega a mi mente y salgo corriendo de la cueva dejando a Orue atrás, pero no pasa mucho para que me siga.
—¿¡Dónde!? —grito mirando atrás de vez en cuando, el Beta logra alcanzarme después de unos segundos.
—¡El lago sur! —dice agitado, asiento con la cabeza y apresuro el paso, dejándolo atrás de nuevo. Siento como mi espalda duele al igual que mis patas, pero tengo que seguir, no puedo descansar ahora.
Voy llegando al lago sur, que queda cerca a los límites de nuestro territorio, a lo lejos puedo divisar varios lobos agrupados, apresuro aún más el paso, algunos se dan cuenta de mi presencia y abren camino, dejándome ver una escena horrorosa que será muy díficil olvidar.
El gran lago, que antes nos ofrecía una limpia y cristalina agua, ahora está teñido de rojo por la sangre de mi amada, al acercarme un poco más, puedo apreciar como una enorme boca gris, con dientes afilados tiene el cuello de Nely atrapado, y su cuerpo inerte a las orillas del lago, tiene la mirada en un punto fijo. Empiezo a sollozar y de forma inútil muevo una de sus patas delanteras con mi hocico.
—No... Nely... ¡Despierta por favor! —sigo empujando, una, dos, tres veces, cada una con más fuerza que la anterior, pero es inútil, ella se fue para siempre. Me acuesto a su lado y al igual que las frías noches de lluvia que pasamos juntos, le doy un último abrazo y respiro por última vez su aroma, uno que se quedará conmigo el resto de mi vida, la cual ha empezado a perder el sentido.
¡Hola! Te agradezco por haber llegado hasta aquí, si te gustó, házmelo saber con una estrellita o un comentario, lo agradeceré mucho, nos vemos el próximo jueves. ❤
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Mitad Prohibida
WerewolfErrores del pasado que repercuten en vidas inocentes del futuro, o mejor dicho, del presente. Un destino que está claramente marcado, pero que pocos pueden ver. Únicamente la curiosidad, y de forma muy extrema, el amor, pueden ser capaces de cerrar...