El ratón y el gato

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Érase una vez un ratón gris, que, era muy pequeño, y quería cambiar eso, pues no se encontraba  a gusto con su tamaño.

Debido a su estatura, puede que algunos no lo llegasen a notar. Él sabía perfectamente en qué situación se encontraba, y no le gustaba nada. Un día, fue a visitar a un hechicero para cambiar las cosas y darle un vuelco a su vida.

-Sabía que vendrías -dijo el hechicero, de espaldas y con las manos entrelazadas-. ¿Qué te trae por aquí?

-Verá... -masculló el ratón, cabizbajo- Me gustaría crecer, ¡estoy harto de tener este tamaño!

Tras esas palabras el hechicero sacó una bola de cristal, la agitó y los dos personajes alcanzaron a divisar una nube naranja, como las brumas del atardecer.

-Crecerás, pero no en centímetros -advirtió el hechicero, mientras una sonrisa enigmática se dibujaba en su rostro-.


El ratón no le entendió muy bien... Esas palabras retumbaban en su cabeza; le daba vueltas y más vueltas al asunto, pero no conseguía dar con una solución. 


Al día siguiente se hartó y salió de nuevo en busca del hechicero, pero, al llegar a la puerta de su casa, no encontró más que una bola de pelo. Y, de repente, sintió que una zarpa se posaba en su hombro. El ratón, asustado, dio un brinco.

-Tranquilo, no te voy a hacer daño -señaló aquel animal de voz cálida-.

El ratón se giró y se asustó aún más, pues el animal que estaba hablando se trataba nada más y nada menos que de un gato. Siempre había temido a ese felino, y, no es para menos.

-Sígueme -dijo, mientras me tendía una de sus patas-.

El ratón, aún confundido, confió y se dejó llevar.


El gato y el ratón hicieron muy buenas migas, y, a día de hoy, su amistad sigue floreciendo y floreciendo cual bella flor en primavera. 

Esa amistad hizo que el ratón se sintiera más grande, gigante. Ahora era enorme, pero, como persona . Todo gracias a aquel gato.

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Gracias, amiga, porque tu amistad realmente me alegró.


Felicidades 

El ratón y el gatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora