Capítulo 13 Prometo

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Vamos camino a la salida del trabajo: Sam, Chris y yo, como antes... "los tres mosqueteros". Reímos de las anécdotas de ella.

—Chris, un momento — le dice, Sam —tu andas muy solo últimamente — utiliza su tono para interrogatorios.

—No estoy solo, estoy con ustedes y Diosito— dice en tono de broma.

Río ante el comentario.

—No, no me...— comienza a decir Sam, cuando la corto ante la impresión.

— ¡Mierda!— digo al ver a Ale, esperándome en el estacionamiento.

Cruza sus brazos sobre el pecho, está hablando con la adjunta de cirugía.

—Adiós, chicos... nos vemos después —les digo para separarme de ellos.

Sam me sigue.

—Hola, cielo — me acerco a darle un beso— creí que nos veríamos en el restaurant— digo mientras Ale, me toma de la cintura— hola, doctora— saludo a la Dra. Flor.

—Dr. Alejandro, Dra. Flor ¿cómo les va?— saluda Sam.

—Muy bien — responde Ale, besando mi cabello.

—Hola chica, Sam ¿cómo sigue tu novio?— le pregunta Flor.

—Mejor, Flor. Necesito que lo revise de nuevo— le pide.

— ¿Vamos?— me pregunta Ale en el oído.

La conversación entre Sam y la Doctora que en segundo plano.

— ¡Vamos!— digo mientras me dejo llevar por él.

Toma mi bolso y camina abrazo a mí.

— ¡Esta tarde te quiero para mí! hoy no hay niños, ni cosas de la boda... nada ¿ok?— me informa.

—Ok, cielo— le concedo.

—Dame las llaves — me pide.

— ¿Qué? No, es mi camioneta. Yo conduzco —dejo claro.

—Lo sé, nena. Pero me sentiría más cómodo si yo manejo—se explica.

—Ale ¡por favor!— suena machista — ¿no confías en mí?— lo interrogó.

—No es... que no confíe en ti, es solo que me gusta manejar —dice simplemente.

—Psss no, es mi camioneta, tú decides si te subes o no— dejo mi punto claro.

Suspira, se acerca hasta mí y me abraza fuerte contra su cuerpo, busca quitarme las llaves, alejo mi brazo lo más que puedo.

—¡Hey! No— no me las puede quitar.

— ¿No me la vas a dar?— me pregunta, haciendo de esto un reto.

—No— sigo el juego.

Sujeta mi rostro para besarme con fuerza, su mano baja a mi pecho, lo freno tomando su mano.

¿Está loco? Estamos en un lugar público.

Aprovecha mi descuido para quitarme las llaves, me suelta para dejarme allí: sin llaves y excitada por su toque.

—Eso no fue justo ¡no puedes hacerme esto!... y de esa forma— digo con mi respiración acelerada.

Ríe abiertamente; me hace señas para que camine delante de él, hasta el lugar de copiloto.

—Esto no se va a quedar así —prometo.

Me abre la puerta, me subo.

—No me acostumbro a esta camioneta— dice mientras que la enciende.

Sala de EmergenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora