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Llore, llore sin parar, solté todo lo que nunca pude soltar.

No me importaba si los vecinos escuchaban mis sollozos, solo lloré.

Había vuelto a pasar, y tuve que volver a recurrir a ti, tuve que volver a ir a altas horas de la noche a tu casa para llorar en tus brazos, siempre me abriste la puerta con los brazos abiertos, listo para consolarme, y eso solo hacía que me sintiera más culpable.

Yo era quien te tenía que consolar, por eso mis visitas nocturnas empezaron, por ti.

Te encontré un día, en el baño del instituto, rompiendo en mil pedazos, teniendo uno de tus ataques, y supe que tenía que ayudarte, mas fuiste tú quien me acabó ayudando, y odio eso.

Yo era quien debía estar consolandote, quien debía estar abrazandote, quien debía estar diciéndote que todo estaría bien, pero ahí estaba yo, siendo consolado por una persona igual o incluso más rota que yo.

Y me sentí culpable, no te merecía, tu necesitabas más que nadie ayuda, y yo me aproveche de ti para no sentirme solo.

Solté otro sollozo más fuerte y pude sentir como tu agarre se endurecía, sabia que tu también lo estabas pasando mal, que no me contabas tus problemas para no preocuparme, pero tu eras el que más cariño necesitaba, y yo no podía dártelo, me odiaba por estar tan roto, no querías que tus problemas se sumarán a los que yo ya tenía, no querías ser una carga más, y me odiaba por ser débil y no poder ser fuerte para demostrarte lo contrario, porque aunque no me contaras tus problemas yo me seguía preocupando, lo hice y siempre lo haría.

No pude más, mi garganta dolía de tanto sollozar y mis ojos ardían de tanto llorar, pero no iba a caer rendido, no podría dormir con la conciencia sucia, sabiendo que tu también sufrías, podía notar como mis sollozos hacían que tu también quisieras llorar, pero tu retenías tu llanto para no preocuparme.

Me separe de tu pecho para abrazar tu cabeza contra el mío.

-Lo siento.... Lo siento tanto....- Dije como pude entre los pocos sollozos que podía dejar salir- Se supone.... se suponía que era yo.... que yo era..... quien te tenía que ayudar....- casi no pude ni terminar, daba pequeñas caricias en tu cabeza, tu pelo esponjoso me recordó al de un gato y casi sonrió por ello- lo siento....-

Pude sentir como tu respiración cambiaba, y como retenías tu llanto, pero no pudiste contener más tus lágrimas, te apreté más contra mí, y empecé a besar tu cabeza, enterré mis dedos entre tus cabellos blancos para sujetarte, y no pudiste aguantarlo más, acabaste soltandolo todo, justo como yo, los dos estábamos rotos, y solo nos teníamos el uno al otro.

-No es... no es tu culpa- Dijiste entre sollozos- Tu... tu no tienes la culpa de nada... no te disculpes- Esas palabras, por más buena intención que tuvieran, solo lograron destruirme más.

-Eso no es verdad...-Respondí, acariciando con mis pulgares tus mejillas, limpiando-las de las pequeñas gotas saladas.

Y seguiste sollozando mientras yo besaba tu cara.

Estábamos tan rotos.... Tu me hiciste darme cuenta de lo roto que estaba, siempre utilice una máscara, siempre ignore mis problemas, viví intentando lograr lo imposible, mis padres siempre me pidieron lo imposible, ser como mi hermano, pero tu me demostraste lo absurdo que era eso, viví estudiando para ser siempre el primero en todo, siempre sacar dieces, conseguir un buen trabajo en el futuro, hacer a mis padres orgullosos de su hijo, pero eso era imposible, ellos siempre me pedían lo imposible, nunca iba a alcanzar a mi hermano, y sus intentos de hacerlo solo llegaron a romperme, a hacer que yo mismo me destrozara, ¿en qué momento los "que alto esta Izuru, ¿Por qué no creces tú también?" se volvieron "Esto no habría pasado con Izuru", "Izuru lo habría hecho mejor", "¿¡Por que no eres como Izuru!?", Izuru, Izuru, Izuru y más Izuru, yo no era como Izuru, no era un robot con cuerpo humano, no era como él y nunca lo sería.

Viví encerrado en esos pensamientos, de que tenía que ser como él, con una máscara de superioridad, aun y si me sentía el peor perdedor del mundo, sin poder expresarme, pues Izuru nunca lo hizo ¿porque yo sí? Viví pensando que si lograba las expectativas de mis padre todo estaría bien, pero no lo estaba, y cuando te conocí, la máscara que escondía todas las grietas que tenía se cayó, dejando ver lo roto que estaba.

Hice todo lo que pude para ayudarte, incluso si nunca supe cómo siquiera manejar mis propios sentimientos, verte roto me mostró que yo también lo estaba.

Nadie nos enseña a manejar nuestras emociones, a lidiar con nuestros problemas, a pedir ayuda, a recibir ayuda, a dar ayuda, a aceptar que necesitamos ayuda, la escuela no nos preparó para el mundo, si de verdad lo hiciera, nos enseñarían a ser nosotros mismos, a amarnos a nosotros mismos, pero en lugar de eso, nos enseñaba a competir, a "ser mejores", a conseguir trabajo, a esconder nuestros problemas pues "sería una distracción para los estudios". Nadie nos preparó para esto.

Y me odiaba, me odiaba por no saber ayudarte, por que tu más que nadie lo necesitabas, tus problemas iban más allá que mis peleas con mis padres, tus problemas tenían nombres médicos, tus problemas tenían medicinas que te hacían sentir más vacío de lo que estabas, tus problemas tenían "una solución" médica que no ayudaba, y me odiaba por no encontrar una verdadera cura para tus problemas.

Solté tu rostro para volver a esconderte en mi pecho, sentí como tus dedos se aferraban a mi camisa, como intentabas callar tus sollozos ahogándolos en mi hombro.

Cuando te calmaste lo suficiente para hablarme, separaste tus labios de donde estaban para dirigirme la palabra.

-No es... no es culpa tuya... no es culpa tuya y lo sabes...- Dijiste, intentando calmar tu respiración, apoyando tu frente en mi hombro. Eras literalmente un ángel para mi, me ayudaste en todo, me diste un lugar donde desahogarme, donde ser yo mismo, me aceptaste tal y como era, nunca me criticaste, incluso cuando la cague, nunca lo hiciste, me diste todo lo que nadie me dio, todo lo que siempre necesite, no necesitaba la aprobación de mis padres o una vida exitosa, solo necesitaba amor y comprensión, respeto y cariño.

-No te merezco...- Solté, no pude retener lo que siempre rondaba en mi mente.

-Yo soy quien no lo hace....- Dijiste soltando otro sollozo mal retenido- te estás forzando para controlar tus sentimientos.... solo para dejar que una basura como yo se exprese... para que una basura como yo pueda llorar y caer dormido sintiendome mejor... no te merezco Hinata-kun...- te aferraste más a mi, pude sentir como tus ganas de llorar volvían.

-Cualquiera podría hacerlo... cualquiera podría hacerlo, incluso mejor que yo... no te merezco.... no cuando se supone que debo ayudarte... y acabó dandote más problemas de los que ya tienes...- te apreté en nuestro abrazo, hundiendo mi nariz en tu cuello para inspirar tu dulce aroma.

-No es verdad, no cualquiera podría- Dijiste decidido, como si mis palabras te hubieran ofendido.

-Sí podría... cualquiera lo haría mejor que yo... te mereces a alguien que si sepa cuidarte...- no pude evitar soltar otro sollozo- te mereces a alguien mejor... cualquiera sería mejor... no soy especial... se que la única razón por la que me dejas abrazarte.... es por que soy el único que lo hace... si alguien más lo hiciera... no te merezco...-

Te separaste de mí, obligándome a mirarte a la cara, pero sin romper el abrazo.

-No. -dijiste firmemente, sorprendiéndome por tu seriedad en tu mirada, mientras rodeabas mi rostro con tus manos- No cualquiera podría ayudarme, no de la manera que tu lo haces..- Perdiste fuerza en tus facciones, desviaste levemente la mirada y sacaste una pequeña, tímida y pura sonrisa- no cualquiera.... no cualquiera podría enamorarme... no de la manera que tu lo haces- tus palabras llegaron a mi como un golpe de viento, abrí los ojos sorprendido, más no te interrumpir- Doctores, médicos, psicólogos.... de todo.... medicina, pastillas... he probado de todo... y solo tu me has ayudado... no cualquiera podría ayudarme... no podría abrazar a cualquiera como a ti te abrazo...- Y no pudiste seguir, no te deje terminar, no pude evitar besarte mientras más lagrimas salían de mis ojos.

Los dos estábamos rotos, pero no estando juntos.

Lágrimas que curan [One-Shot HinaKoma]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora