Me ha costado pero al final con un batido de por medio he conseguido que Marcos vuelva a casa, aunque no creo que tarde mucho en volver a discutir con mamá. Al llegar estaban sentados en el sofá jugando con Naiara a las películas mientras esperaban a que llegásemos para irnos a cenar fuera, según Rafa este es un día digno de celebración y la verdad es que ha dado en el clavo, me apetece bastante ya que no voy a un restaurante desde el último cumpleaños que pasamos todos juntos antes de que se fuese el abuelo. Ya estamos todos, bueno, todos menos Manu que seguía sin dar señales de vida, y eso ponía a Rafa bastante nervioso. Odia que Manu le desobedezca.
- ¡Manuel! ¿Dónde estabas? Menos mal que me has dicho que estarías a tiempo para ayudar con las cosas.
- Lo siento papá, se me ha hecho tarde.
Manu se acerca a saludar a Sara que lo recibe muy contenta.
- Sube a ver a Marcos y Ali. – Le ordena Rafa a su hijo, que acepta con resignación.-
Yo he subido arriba para empezar a hacer un boceto del primer mural. Una vez acabado voy decidida a salir de la habitación para enseñárselo a Marcos y que me ayude a mejorarlo, pero cuando voy a abrir, la puerta me golpea en la cabeza haciendo que me caiga hacía atrás. Lo veía todo borroso, solo podía distinguir una figura de un chico mirándome atentamente, aunque parecía estar riéndose en vez de preocupado.
- ¿No te enseñaron de pequeño a llamar a la puerta? Ayúdame al menos.
Me extiende la mano pero sigo sin ver nada y me quedo en el suelo y me froto los ojos primero lo que hace que pueda ver un poco mejor. Cuando por fin levanto la vista del suelo… no… no puede ser, lo que me faltaba. La rabia y la sorpresa disimulan el dolor del golpe.
- ¿Tú? ¡Tú!
Manu me sigue mirando atentamente, no sabe muy bien cómo reaccionar, aunque su cara muestra una mezcla de burla y sorpresa a la vez.
No me puedo creer que sea el amigo del salido del parque, encima que deja que su amigo me entre así sin más me pega con la puerta y se ríe de ello.
- Mira, si eres la borde del parque.
- Mira, si eres el que estaba con el salido del parque.
- Cuidado con lo que dices que es mi amigo.
- Así estas tú.
- Amiga, no te pases.
- No, yo no soy tu amiga.
Cada vez que salía una palabra de su boca me ponía más nerviosa. Le extiendo la mano para que me ayude a levantarme pero se me queda mirando y con una sonrisa chulesca me dice:
Bueno, perdóneme usted rubia, pero yo no soy su amigo ni la conozco de nada, así que mucho me temo que tendrá que levantar su refinado trasero del suelo solita, créame le hago un favor, no puedo permitir que le de la mano a un chico cualquiera ¿No?
Espero que disfrute de su estancia aquí, y disculpe, no me ha dado tiempo a ponerle las velas perfumadas en el baño ni la chocolatina en la almohada, espero que no le importe, buenas noches.
Una vez acaba con ese show sale cerrando la puerta cuidadosamente, dejándome tirada en el suelo. No he conocido a nadie tan insoportable como él, pobre de su padre y hermanas lo que tienen que aguantar.
- Es precioso Ali, pero esto quedaría mejor aquí. ¿No crees?
- ¿Quieres que te pinte un mural? ¿Yo?
- Me encantaría ver ese búho todos los días al irme a dormir y al despertarme.
Marcos no es que sea el fan número uno de mis dibujos, más bien cree que pierdo el tiempo dibujando mientras que puedo estar cantando o tocando. Pero que quiera que le dibuje un mural para verlo todos los días es tan… tan. Me encanta.
Pero no, el búho es mío, hay que aprovechar la ocasión, voy a hacer el mejor dibujo, uno que haga que se replantee lo que piensa sobre ello, y que cada vez que lo vea se acuerde de mí, tiene que ser perfecto, va a ser perfecto.
Mamá llama a la puerta y entra en la habitación con una sonrisa de oreja a oreja y una bolsa en cada mano.
Hoy es un día especial así que tomad, es un regalo, para que lo estrenéis en la cena. Daos prisa, os da tiempo mientras se viste Manu.
