LA FIESTA
En el evento más importante para su familia, sentado en la barra de bebidas está un sujeto desolado y aislado. Paulatinamente se bebe su trago. No le importa en lo absoluto estar solo, mientras los otros se divierten. De cejas abundantes y el cabello castaño; un tipo delgado y de porte.
Las invitadas de la fiesta pasan por su lado para observar lo que hace ese sujeto sin compañía. De lejos les llama la atención la palidez de su piel que contrasta con lo oscuro del bar.
Paulo, no encuentra paz a sus pensamientos, divaga en la nostalgia de sus recuerdos por la carencia que siente al no tenerla a su lado en un acontecimiento tan significativo para el amor. Su hermano menor empieza una vida junto a una bella y distinguida mujer. El hijo favorito de mamá se caso con la chica de sus sueños.Fue una grande celebración, mi hermanito se casaba. La familia de mi cuñada no dudó en gastar un montón de dinero para una alucinante boda.
Él me nombró su padrino, como si no tuviera más problemas... Tuve que encargarme de muchas cosas; los músicos, los meseros, la comida, los floristas, además coordiné todo con Lurdes, la madrina de la novia, que no es precisamente un amor de persona. Pero lo hice por él, me daba tanto apoyo, y era el único amigo que me quedaba.
Tan joven... fue difícil verlo subir a ese altar; ya había madurado tanto en las decisiones de su vida. Su casamiento me hizo pensar que puede ser yo el que se casará.
Paulo observa una foto en el celular.
Antes de ella la relación más larga que tuve duró cinco años, iba a proponerle matrimonio; tiempo desperdiciado que no recuperaré. Y en ese momento aún no conseguía olvidarla.
Nuestra mamá estaba tan feliz. Sé que deseaba que yo me casara primero, siempre así lo quiso y no perdía las esperanzas. En la fiesta se la paso presentándome a un montón de chicas, hijas de sus amigas, mas ninguna valía la pena. Yo deseaba tener a Clara conmigo. Ella se marchó meses antes a España con mi mejor amigo, en realidad, los tres lo éramos, lo compartimos todo. No imaginé que él estuviera enamorado de ella; lo percibí muy tarde. Luchaba por perdonarlos; se me hacía imposible por más que lo quisiera. Así que los maldecía, a él más que nadie, cada vez que recordaba el día en que los encontré juntos.
Paulo pierde la mirada en esa mesa de bebidas. Parece relajado, y al mismo tiempo triste. Le pide al cantinero que le sirva un whisky. Sigue pensando en el pasado que no logra olvidar. De sorpresa le toma cuando un amigo le golpea el hombro por detrás.
— ¡Paulo! Tanto tiempo sin vernos.
— ...¿Cómo estás Rubén? —contesta sin interés, y molesto limpia con una servilleta parte de su bebida derramada en la mesa por el empujón que le dio Rubén.
— Perdón amigo —intenta ayudar.
— Rubén... ¿Cuándo llegaste? —incómodo le dice Paulo.
— ¿Me extrañaron?
— Supongo que a mi hermano le hiciste mucha falta. A mi mamá le extrañó que ya no vinieras a la casa.
— Estoy feliz de volver —entusiasmado comenta—; y justo llegue a la boda de mi gran amigo Thiago —Bajo su entusiasmo, se puso a beber a su lado y dijo: —Paulo, creo que la vida en esos países de primer mundo no es para mí. Estoy solo, y ni puedo hacer las cosas a las que estoy acostumbrado.
— Hablas en serio... —aborrece sus palabras.
— SÍ. Yo soy, de una vida más tranquila y simple. Las cosas en el exterior son rutinarias para mí o muy aceleradas; ¡todo es tan inmediato...