Prólogo

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Amo mucho las estrellas, y amo mucho el universo, la inmensa expansión del universo por alguna razón me da esperanza, y el titilar de las estrellas me da paz.

También amo ver las diferentes fases de la luna, es pequeña, es mediana, es grande y vuelve a ser pequeña de nuevo, pero ella siempre está ahí, siempre ilumina la noche y siempre es testigo de los mensajes de personas ilusionadas por ese juego llamado amor, ella me ha hablado y le gusta narrar como hombres y mujeres le cuentan sus mayores secretos.

A veces miro las luces de la ciudad desde el tercer piso de mi edificio, y el alto y diferencia entre estás luces hace que las confunda por estrellas. Las luces varían de colores, mis ojos captan tonos anaranjados, amarillos e incluso blancos, es curioso como el ser humano ha creado su propia luz para vivir durante la enorme oscuridad solo iluminada por el reflejo de la Luna.

Pero. Si puedo notar la diferencia.

La Luna siempre me brinda calidez a pesar del frío de la noche, mientras que los humanos solo me hacen tener miedo y las luces artificiales a pesar de ser tan fácilmente confundibles con las estrellas, puedo diferenciarlas de las mismas por su titilar.

He incluso los planetas que son visibles a ciertas horas de ciertos meses, los puedo diferenciar de entre las estrellas.

Pero, ¿por qué no puedo diferenciar entre mi yo verdadero y mi propio enemigo?

Founding MyselfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora