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Steve está cocinando el desayuno la primera vez que sucede.

La televisión está encendida, el volumen en silencio y Peter atado a su silla alta frente a ella, sus pequeñas manos de niño se aferran con fuerza a su muñeco de jirafa cuando...

—¡Pa! —mueve su mano hacia el televisor.

Eso es bastante normal, pero Steve acelera moviendo los huevos revueltos a un plato de todos modos. Tony estaba en una reunión inevitable, dejándolo solo para mantener a su hijo bien alimentado, entretenido...

—¡Pa! ¡Pa-pa! —vienen los siguientes chillidos, y Steve se apresura a entrar en la sala de estar para calmar a Peter cuando...

Iron Man detiene el robo a un banco.

Las letras en negrita del titular lo miran fijamente. Hay un reportero, gente arremolinándose en el fondo, parpadeando sirenas azules y rojas en el borde de la pantalla.

Una espantosa y repentina preocupación fría casi obliga a Steve a dejar caer el plato.

Pero se agarra con fuerza, sintiendo que su pecho se afloja cuando la cámara del canal se desplaza hacia un lado para mostrar a Tony, apenas raspado, con su nueva armadura de Iron Man.

Lentamente, deja escapar un suspiro de alivio, coloca el plato sobre la mesa y cierra los ojos por un segundo.

Se habían retirado en gran medida desde que adoptaron a Peter, prefiriendo mantener su vida de superhéroe separada de la vida más tranquila que estaban listos para comenzar, pero había algo en Tony que lo empujaba a seguir inventando.

Nanotecnología, práctica, ¿eh? escucha el eco de la voz engreída de Tony, más agradecido que nunca por la mente rápida de su marido.

Racionalmente, sabe que un robo a un banco no es nada comparado con extraterrestres.

Sin embargo, eso no significaba que su esposo se libraría de una reprimenda, porque ¿por qué diablos no llamó a Steve? El peligro era peligro. Sin embargo, sí significaba que Steve podía acudir a Peter sin que su corazón latiera de miedo.

—¡Pa! —Peter chilla esta vez, cada vez más impaciente, sus manos se acercan a la pantalla con intensa concentración.

No es la primera vez que Steve sonríe ante la calidez que aporta su hijo. —Sí, Peter —se arrodilla junto a la silla de su hijo, —ese es tu papá siendo todo un héroe.

Peter vuelve sus grandes ojos hacia Steve. Su rostro se arruga y apunta:

Él apunta sus palmas hacia Steve.

Codo recto, dedos un poco curvados hacia adentro...

Un repulsor.

—¿Peter?

—¡Pa-pa!

La confusión se convierte en cariño.

Steve sonríe.

Alzando la mano, aplana su mano contra la mucho más pequeña de su hijo, curvándola suavemente alrededor. —¿Quieres ser como él?

—¡Pa! —Peter vuelve a estar de acuerdo.

Un año, y ya sabes quién es el mejor de nosotros , Steve hace una pausa para reflexionar, todos sus miedos ahuyentados por un orgullo feroz. —Tu papá llegará a casa muy pronto —promete—deberías decirle eso.

Peter debe entender, de alguna manera, porque le da a Steve una sonrisa desdentada.

Algún día te lo pasaremosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora