Un nuevo escalón

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Llegamos a casa de Khoma, ella es la más mayor del grupo y junto a mi, la única mayor de edad. Su piso es dos veces lo que el mío y el de Maru juntos, por ello quedamos en su piso para la mayoría de quedadas.

Cuando habíamos empezado a estudiar, me excusé con la idea de ir a comprar bebidas para bajar. Una vez abajo y sin ellos cerca llamé a Neka. No era capaz de recordar los sucesos, pero sabía que Neka debía acabar junto a nosotros antes del final del día así que le dije que habíamos quedado. Cuando subimos al piso fingí que lo de Neka era casual y dije que nos habíamos encontrado por la calle.

Acabamos de estudiar sobre las 7 e intenté convencerles de que saliéramos a pasear por ahi. Llegamos a la explanada de siempre. Al lado está el esqueleto de lo que antes era una fábrica, ahora solo quedando las vigas y columnas principales. Nos sentamos al aire libre y estuvimos alli charlando hasta que Neka dijo las palabras que estaba esperando:

N: ¿Quién se atreve a subirse a la fábrica?

Todos se mostraron indiferentes, y era de esperar, ya que a Neka siempre le gustó eso de proponer retos estúpidos. Creo que solo lo hace por la atención. Sin embargo, como nadie respondía a sus bravuconerías me la jugué y hablé. -Yo hasta el techo no me veo capaz, pero desde aqui se ve una plataforma en el segundo piso que aún aguanta, podríamos sentarnos alli.

Solo esperé tener la reacción adecuada, en el grupo yo siempre era el callado, el que hace algún chiste de vez en cuando a costa de alguien y que prefiere quedar por llamada para jugar dentro de casa. Si intentaba guiarlos demasiado es posible que se nieguen. Por suerte, Khoma y Maru aceptaron y subieron. Una vez arriba vimos unos objetos pequeños que brillaban con fuerza en una luz azulada. Había 5 de ellos alli, pero yo sabía que había otro en otra parte de la ciudad. Como había cinco aprovechamos para llamar a Hina y verlos juntos.

Hina llegó y se sorprendió bastante al vernos allí arriba, aunque antes de ello Maru le gastó una broma dándole direcciones falsas por el móvil hasta que Khoma se cansó y le pegó un grito para avisarla. Esperamos a que subiera, pero no se le dió muy bien y Khoma tuvo que ayudarla. Una vez estuvimos todos nos acercamos más a aquellas luces y vimos los objetos que las generaban. Entre ellos había un reloj de bolsillo antiguo, que me agencié rápidamente, un cubo de Rubik, que Hina encontró interesante, unos guantes sin dedos totalmente nuevos para Khoma, un cristal que reflejaba totalmente la luz por un solo lado, como los espejos de las salas de interrogatorios de los policías, que se quedó Nekha y una especie de generador de electricidad, que funcionaba con una manivela y que Maru recogió.

Una vez Maru levantó el suyo del suelo de cemento el brillo azulado desapareció. En su lugar lo sustituyó uno más fuerte, de un tono blanquecino. Todos nos tapamos los ojos inconscientemente para ver que los objetos eran distintos.

El cubo de rubik y el generador habían desaparecido, mientras que los guantes eran más finos y Khoma ya los tenía puestos, cosa que no debería ser posible ya que se estaba tapando la cara con las manos momentos antes. Mi reloj parecía nuevo y estaba enganchado a mi camiseta. El cristal ahora tenía unos bordes ondulados que lo hacían más fácil de agarrar, y tenía una cuerda para ponérselo al cuello cómo un collar.

Estábamos admirando los objetos nuevos y buscando el cubo y el generador cuando escuchamos un grito abajo, en la explanada. Mientras bajábamos nos dimos cuenta de que era totalmente de noche, cuando Hina había llegado aún faltaba bastante para anochecer, y sin embargo la luna estaba a lo alto ahora.

El grito provenía de un hombre en el suelo, rodeado de unos pájaros extraños(ellos bo los conocían, pero ya sabía que eran unas Aviqueas) que huyeron cuándo nos acercamos. El hombre sangraba por una gran cantidad de heridas pequeñas, seguramente picotazos y desgarrones. Yo me adelanté y le pregunté.-¿Se encuentra bien?- El hombre no respondía. Hina dió un grito(es una persona muy sensible sobre el tema de la muerte y eso) y de repente era ella quién sujetaba al hombre en mi lugar, llorando.

Yari NaosuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora