Prólogo

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Dos hombres caminaban con un bulto envuelto en una manta, inquietos, por las oscuras calles en la noche.

-Ya debería de estar aquí...-susurró uno de ellos impaciente.

-Lo sé-contestó el otro de la misma manera.-Pero si no viene, tendremos que llevarla con nosotros y entregarsela a...

-Ni hablar-saltó.-Debe estar en un lugar a salvo. Y no podemos entregársela a el amo. Él se enfurecerá porque no cumplimos la misión. Ya va a llegar.

Al final de la sombría calle se escuchó un sonido en seco, como si algo hubiera caído desde el cielo.

-Aquí estoy-dijo un chico que aparentaba tener unos dieciocho años saliendo de la oscuridad.-Entréguenmela.

-No esperabamos a alguien tan joven. Tú no la podrás cuidar solito, muchacho.-dijo sorprendido el primer hombre.

-Yo no. Pero conozco a la familia indicada que podrá cuidar de ella...-dijo misteriosamente mientras agarraba cuidadosamente el bulto y se lo llevaba consigo. Dio tres pasos por la oscuridad y desapareció...

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