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El timbre para la salida de la escuela había sonado. Los niños del lugar no tardaron nada en levantarse de sus asientos para tratar de ser los primeros en salir.

Eran un completo desastre, pero hasta cierto punto era entendible, a pocos les agradaba estar tanto tiempo en un solo lugar, y más siendo tan jóvenes.

Manny, siendo atrapado por la ola de gente que lo arrastraba a la salida, hacía su mejor intento para no despegarse de su mochila con forma de ranita, le dolería perderla... por más de un motivo.

Cuando el pelotón de niños por fin se fue dispersando, cayó en cuenta que se encontraba justo en la vereda de la calle frente a la escuela. Juraría que aún estaba dentro, pero por culpa del resto, lo terminaron alejando del edificio sin siquiera darse cuenta.

Alzó los hombros restandole importancia, limitándose a solo buscar una banca para poder sentarse y esperar a que llegara su padre a buscarlo, con suerte estaría de buen humor.

En lo que tardaba en venir, terminó por sacar un libro para colorear de su mochila para entretenerse un rato, puesto que se encontraba totalmente solo, y no estaba en sus planes ponerse a conversar con el conserje de la escuela, ese anciano olía siempre a pegamento, eso, sumado a que una vez le quitó su pelota de futbol por estreyarsela en la cabeza.

Que hombre tan cascarrabias.

Una bocina de auto terminó por sacarlo de sus pensamientos, era su padre.

Con toda la rapidez que pudo, tomó todo lo que había sacado en un principio para guardarlo, los constantes bocinazos lo ponían nervioso, al punto de que terminó por guardar también algunas ramitas y hojas en su mochila solo por querer apresurarse. Roy no se veía muy feliz.

Abrió la puerta del auto y entró sintiéndose un poco mejor, ya que el mayor había dejado de tocar la bocina.

Hola papá– Saludó tratando de sonar lo más amigable y educado posible, quizás así a Roy no le molestaría tanto su presencia.

El mayor solo frunció el entrecejo sin contestar, terminando por arrancar el auto, dejando un silencio incómodo entre ambos.

Manny, al ver que su progenitor no diría nada más, se limitó a solo ver por la ventana con aburrimiento total en su mirada. Ver a dos perros copular en media calle era muchísimo más interesante que cualquier otra cosa que hubiera en ese auto.

Roy, distrayendose con el espejo retrovisor del coche, terminó por mirar de reojo a su hijo, suspiró desganado, y volvió la vista al frente.

Escucha mocoso, si te comportas hoy, y no entras a mi cuarto, quizás te lleve mañana a casa de Missy– Propuso, tratando de aligerar un poco el ambiente.

El menor de ambos volteó a verlo muy interesado, pero confuso.

¿Quién es Missy?

Su padre golpeó su propio rostro frustrado, estaba comenzando a creer que realmente su hijo era un idiota.

Tu... "persona especial"– Mencionó haber si así se le encendía el foco a su pobre hijo.

¡¿Te refieres a mamá?! ¡Si quiero ir! Oh cielos, no la veo hace meses, la extraño mucho– Se notaba en su mirada lo emocionado que estaba, y en la de Roy, solo se notaba arrepentimiento—Podremos jugar, ver películas, contar historias, ver palomas bebé, comer pollo y y y ¿Ya dije jugar?

Irás si te comportas– Le recordó tratando de no perder los estribos—¿No puedes pedir hacer cosas más normales para chicos de tu edad? ¡Tienes 12 años Martín!

Manny– Trató de corregirlo, pero no lo escuchó.

Da igual, ¿No haz pensado que quieres hacer con tu vida? No puedes aferrarte por tanto tiempo a tus estúpidos juegos de niño pequeño, madura un poco Matías.

Iba a tratar de corregirlo de nuevo, pero no dijo nada.

¿Pensar acerca de su futuro?

Volvió a mirar por la ventana, pensando. Suponía que se refería a que trabajo va a meterse cuando sea un poco mayor, pero los trabajos en general no son divertidos.

No se veía a si mismo en unos años trabajando de oficinista como su tío Harry, ni como maestro al igual que Robin, mucho menos productor de televisión como Roy. Era demasiado para él.

¿Entonces? ¿Qué opciones le quedaban?

Según le había dicho Harry, debía estar en algo que le traiga felicidad, para no tener que estar en un trabajo que detesta por el resto de su vida, cosa que obviamente, a él ya le había pasado.

¿Qué cosas le hacían feliz?

Los juegos, la comida, las historias, el pollo frito, conversar, hacer felices a las personas que quiere...

¿Hacer felices a las personas que quiere?

¡Ya lo sé!– Exclamó ilusionado, pegándole un susto a su padre.

¿Qué cosa?

¡Lo que quiero hacer con mi vida!

Manny no puedes ser una computadora ya te lo eh dicho.

—¡Eso no papá!

¿Entonces?– Preguntó intrigado, si le salía con algo estupido como lo de la computadora, es capaz de sacarlo del auto a patadas.

Quiero trabajar para encontrar la cura contra la tristeza, para que todos sean felices– Dijo sonrientemente, la ilusión en sus palabras lo delataba.

Su padre lo miraba con seriedad, conciderando hecharlo del auto.

¿Es una broma verdad? Escuchame bien Manuel, la felicidad no se cura, la felicidad se gana trabajando, comprandote un buen auto, casandote con una chica hermosa, y si tienes una pésima suerte, tu mujer se embaraza accidentalmente de un estúpido niño al cual no quizo abortar– Manny solo lo miraba sin entender la cruel indirecta que le daba su padre.

¿Y si hay personas que no pueden trabajar? Ellos jamás serán felices. ¿Cómo puedo ayudarlos?

Roy miraba a un payaso que estaba haciendo un acto de malabares cerca de la carretera, llamándole la atención el maquillaje que usaba para exagerar su sonrisa.

Puedes pintarles una sonrisa en la cara con plumón permanente.

El pequeño iba a refutar acerca de lo dicho por su padre, pero prefirió callarse y ponerse a meditar acerca de lo que dijo.

Posiblemente le preguntaría a su madre que opinaba al respecto. Quizás ella tendría otra versión acerca de como ser feliz.

[🌻]

Parte dos en proceso.

Publicado el 25/09/20

- Happiness -  [ DHMIS ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora