Capitulo 1

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«El futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de sus sueños.
-
— Eleanor Roosevelt.»


Capitulo 1: Aquel que se aferra a los sueños.

—¡Maldita sea!

Gritos le arrebataron el sueño que tan gustosamente disfrutaba, gritos que tomaron forma del más descarado ladrón, pues logró infiltrarse en el mundo donde ella conocía la palabra libertad y felicidad.

—Juro que lo puedo explicar, cariño —suplicaba con desesperación—. ¡Por favor, escúchame!

De nuevo esos golpes, impactando en la pared con fuerza. Una y otra vez. Seguido del sonido estruendoso de vidrios estrellándose en el suelo.

El olor nauseabundo del alcohol ligado al tabaco, no tardó en llegar e invadir la pequeña habitación. Aún somnolienta, tratando de mantenerse ajena a todo lo que sucedía afuera, la niña se dispuso a cubrir con una manta el cuerpo de su hermano menor. El dolor de estomago empeoraba. Tenía tantas náuseas que fue justo en ese momento que no lamentó el tenerlo vacío. De lo contrario, estaba segura que podía vomitar todo y sería un desastre que luego no tendría solución.

Ese viernes, a las tres de la madrugada, nuevamente su madre llevó un desconocido a la casa.

Suspiró, tratando de contener las lágrimas, pues aún los gritos no cesaban.

Su mirada quedó en el techo, mientras acariciaba con delicadeza el cabello del pequeño dormilón que tenía al lado, con la esperanza de que el ruido no perturbara su sueño.

Uno.

Dos.

Tres.

¿Cuál número venía después del tres? Pensó. Frustrada, por no tener conocimientos, dejó de observar los huecos que tenía el techo.

—Soy un caso perdido, ni siquiera se los números... —susurró, cansada volteó la mirada y una sonrisa no tardó en aparecer en sus labios—. Tú no lo serás, hermanito.

Tomás, dormía con tranquilidad entre sus brazos, mientras tenía su pequeña mano llena de babas en la boca, y sonriendo ligeramente. Se lo merecía, merecía dormir con tanta paz. Luego de estar un día sin dormir bien a causa de la alta fiebre.

—¡Eres una zorra!

Otro grito, seguido de una maldición, la hizo exaltarse. Cerró los ojos con fuerza, indagando en su mente la memoria mas feliz. Lucía quería adentrarse en ése recuerdo para ignorar el presente. Ignorar el hecho de que su madre es el adulto mas irresponsable que jamás ha conocido, ignorar el hambre y náuseas que la tenía con insomnio, ignorar que su hermano tenía ya dos dias con fiebre, ignorar esos pensamientos que poco a poco arrebatan la inocencia.

Inhaló, cerrando los ojos por unos segundos. Al exhalar, las lágrimas bajaban con lentitud por su mejilla. Dolía.

Dolía recordar.

¿Qué pasa, peque? la voz de Sergio endulzó su mente, y un vendaval de recuerdos llegó a ella erizando su piel.

Esa noche, los niños corrían alrededor de la casa de campo. Sin embargo, Lucia se mantenía ajena en un rincón, dibujando. Aquello pareció captar la atención de su padre, quién enseguida dejó de jugar con sus amigos para acercarse con sigilo.

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⏰ Última actualización: Jul 14 ⏰

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El deseo de Lucía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora