Parte uno.

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Desde que tengo memoria he vivo en la sombra de mis emociones. En reprimir la tristeza de los malos comentarios sobre mi persona, erróneos o desilusiones. Amores que rompieron mi corazón por completo. La muerte tocó la puerta de mi casa, llevándose a gente que nunca pensé que se iría antes que yo. Una amiga se suicidó, me enteré una semana después del suceso, pero fue tan fuerte nuestra conexión que estuvimos juntas en el mismo lugar de su muerte.

Estuve en un centro de rehabilitación contra mi voluntad por consumo de drogas y alcohol casi un año entero. Aprendiendo a vivir de nuevo, lejos de lo que era mi realidad y a lo que estaba acostumbrada. Con ganas de gritar y detener todo. Sin ganas de recibir ayuda, con más de diez fármacos en el día, uno para la ansiedad, otro para no sentir tanta pena o en realidad era para mantener tus emociones apagadas y no ser una bomba de tiempo.

Mi cuerpo con cicatrices en la piel, en mi alma y en mi corazón. Era el doble de lo que era en kilos, aunque teniendo en cuenta de que nunca he sido delgada completamente. Teniendo en cuenta que jamás he tenido amor hacia mi persona, por muy auto destructivo que suene. Y mi mi familia ha cooperado bastante en eso.

La oveja negra, la gorda simpática, la que siempre esta. Pero ¿Quién esta para mi? Es una pregunta que por muchos años me hice. Falta de amor propio, dolor y tristeza.

Aguanta un poquito más, tú puedes. Siempre se puede.

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⏰ Última actualización: Sep 18, 2020 ⏰

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