Calor.
Eso era lo que más abundaba en la habitación de Amanda, estaba alistándose para ir a su nuevo trabajo en una cafetería de la ciudad y se estarán preguntando “¿Por qué tendría que ir a trabajar cuándo a su familia no parece que le faltará dinero?”, pues si, a su familia no es que le falte dinero, pero ella pensó que no estaba mal ganarse unos cuantos dólares más para cumplir uno que otro de sus caprichos.
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Nerviosa.
Así era como se sentía cuando estaba de camino hacía su nuevo trabajo, Amanda no era de esas personas que se asustaban por cualquier cosa pero esta ocasión era diferente, ella lo sentía diferente. Tuvo el pensamiento de regresarse a su casa, pasar el día viendo películas y reportarse como enfermera pero cuando se dió cuenta, ya estaba a menos de 10 metros de la cafetería. Sacudió su cabeza tratando de dejar su mente en blanco y aparcó su coche muy torpemente, parece que esté presentimiento le ha afectado un poco.
Al entrar a la cafetería un agradable olor a café llegó hasta sus fosas nasales haciendo que poco a poco fuera relajando los hombros.—¡Hey! Tú debes ser la nueva mesera, ¿Cierto? Un gusto, me llamo Salomé seré tu compañera.
Dijo la chica mientras le extendía una mano, Amanda la tomó con recelo, y es gracioso contando el hecho de que hace 5 días se había acostado con un chico del cual ahora no podía recordar ni su nombre, ese simple recuerdo hizo que soltara una pequeña risita.
—¿Por qué te ríes?¿Tengo algo en la cara tal vez?
Preguntó la chica al escuchar la pequeña risita de Amanda, esta rápidamente le respondió:
—Ammm, me llamo Amanda y es un gusto también Salomé, y no, no tienes nada en la cara solamente recordé algo.
Y hací sucesivamente fueron conociéndose, Amanda reconoció que esta chica era un poco parlanchina y supo también que podrían formar una linda amistad.
Hasta ahora todo había pasado bien y eso que ya habían pasado 3 horas.
“Solamente una hora más y se acabó”
Pensó Amanda mientras se encontraba sentada en una silla esperando a que llegará el siguiente cliente, minutos después vió entrar una señora muy elegante, ella pensó que estaría en sus 50 y tantos años y era realmente hermosa. No esperó más, se levantó, se arregló el uniforme y fue a atenderla rápidamente.
—¿Qué va a pedir señora?
Le preguntó Amanda muy amablemente.
—Hazme el favor niña y me traes una taza de café solo con dos cucharadas de azúcar, con un pastelillo y también una copa con cerveza.
Ella anotó el pedido y rápidamente fue a llevárselo, al cabo de unos minutos escuchó la campanilla que indicaba que alguien había llegado pero vió que ese alguien se dirigió hacia la mesa de la señora la cual alzó la mano indicándole que necesitaba hacer otro pedido.
Llegó a la mesa y con la vista clavada en su libreta volvió a preguntar:
—¿Qué más se le ofrece señora?
Dijo sin prestar mucha atención también, hasta que una voz algo conocida hizo que ella mirara al chico que estaba en compañía de la señora.
—Amanda, ¿Eres tú?— Preguntó ese chico que tenía al frente con una pizca de sorpresa.
—Emmm, si soy yo, perdón pero, ¿Tú quien eres?–Soltó una risita nerviosa mientras escondía un mechón de pelo detrás de su oreja, cosa que siempre hacía cuando se encontraba incómoda o nerviosa.
Él, mucho más que sorprendido se hacía el ofendido mientras que ella en su mente solo podía formular una pregunta.¿Quién eres tú, chico ardiente y extremadamente guapo?
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Nuestro Pequeño Milagro. ✓
FantasyVoy a hacer mi mejor esfuerzo en ésto, se los prometo ._.