Las almas gemelas tienen una marca que las identifica pero Atsushi es el único que nota esto.
¿Qué pasará cuando encuentre a su alma gemela y no es lo que él precisamente imaginó?
Bungō Stray Dogs y sus personajes por Kafka Asagiri.
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Un suave aroma a jabón inundó sus fosas nasales, era una mezcla de lavanda y rosas. Se sentía tan cómodo en donde estaba, no quería levantarse.
No quiero abrir los ojos, no quiero ver al director ni a nadie
Atsushi tomó la sabana entre sus manos, era muy suave, cómoda y cálida. Sintió un nudo en su garganta, un sentimiento de tristeza lo invadió.
Es la primera vez que no tengo una sábana con agujeros y maltratada, entonces... ¿por qué me siento triste?
Su vida en el orfanato nunca había sido fácil, él ni siquiera sabía como es que seguía vivo después de tantos maltratos.
Día tras día eran abusos constantes, tanto verbales como físicos. Él no sabía cual era peor, si los abusos hacia su cuerpo o a su alma. Lo trataron como un inútil que no merecía estar vivo.
Entonces abrió sus ojos. Se sintió conmocionado al notar que estaba en otro lugar. Había un enorme ventanal, y sus cortinas trataban de no darle paso a los rayos del sol.
Una habitación con el típico estilo japones; las paredes de un color blanco con marcos de madera en ellas. A lado de donde se encontraba Atsushi esta ubicada la cocina, no podía visualizar bien el panorama por que no estaba completamente iluminado por la luz del amanecer.
—¿En dónde estoy?
Todas las posibilidades entraron a su mente, ¿acaso el director lo transfirió a otro orfanato? ¿y si lo vendieron?
El pitido de un celular lo sacó de su pequeño trance.
—¡AH! ¿Qué pasa?—se levantó y trató de localizar el causante de ese sonido.
Y sí, era un celular, lo malo aquí es que Atsushi no sabía que tecla apretar para contestar.
Tomó el celular entre sus manos, estas temblaban porque la ansiedad le ganó, era la primera vez que usaba uno.
Tecleó la mayoría de botones hasta que al fin pudo contestar.
—¡Al fin!—soltó una pequeña sonrisa de triunfo, entonces lleva el celular a su oído—D-diga.
—¡Good morning!—contestó una voz cantarina al otro lado—¿Cómo esta tu nuevo alojamiento, Atsushi-kun? ¿dormiste bien?
Ahí es cuando Atsushi recordó todo lo que había pasado.
El tigre, chazuke.... Dazai-san...
—¿Dazai-san?
—Es un bonito día, Atsushi-kun—apunta Dazai y Atsushi pudo sentir la sonrisa de él. Por alguna razón apoyó la punta de sus dedos en el dorso de su mano derecha, dando una leve caricia a la marca—a un lado encontrarás ropa, es un regalo de la agencia.