¿Por qué tenías que llegar en ese momento? Apareciste de la nada, y me dejaste sorprendida. El ambiente era un poco extraño, pero sabía exactamente en dónde me encontraba y con quienes.
Durante el transcurso de mi sueño, me encontraba en casa, con mi familia y ansiaba verte otra vez. No podía dejar de pensar en que en cualquier momento volverías a aparecer. Veía, a través de la ventana del segundo piso, el tumulto que hacían los estudiantes de mi anterior colegio que quedaba a pocos kilómentros. Pude divisar entre toda esa gente a una conocida, lo cual me llevó de nuevo a la realidad a cerca de la situación que está pasando <<el nuevo virus>>. Desesperada, confirmo consultando sobre qué fecha estábamos y qué hora era. Definitivamente, era 18 de septiembre, 6:32 p.m., y no podía creer lo que estaba sucediendo. ¿Todo volvió a la normalidad? Según las noticias, el regreso a clases presenciales estaba permitido, y es por eso que veía aquel tumulto, ese que llevaba tiempo sin poder presenciar. Los grupos de amigos, las combis esperando a que los estudiantes suban. Salí en tu búsqueda, pero aún más, ansiaba en volver a ver a mi amiga. Cómo la extrañaba.
Ya era de noche y cambiaron los escenarios. Amaneció y me encontraba uniformada, al lado de mi amiga. Nos encontrábamos realizando algunos trabajos que nos habían encargado. Compañeros de varias edades en el mismo aula, haciendo lo indicado, concentrados en sus quehaceres. Y así estábamos, hasta que apareciste. Tu polera gris, como la que llevabas aquella vez que me acompañaste a tomar la combi. La misma expresión seria de siempre.
Me sentí emocionada de otra vez verte, pero seguí en lo mío y luego veo que te quedaste en el asiento de atrás con mi amiga. Se te veía tan feliz, tan tranquilo mientras la observabas. Ella también sonreía, y no pude sentirme taaan ajena al momento. Se me hace un nudo en la garganta.
Luego, acabamos con las actividades y ustedes se adelantaron y caminaron en el patio. Podía ver la diferencia de estatura entre ustedes y cómo delicadamente acariciabas su espalda, por encima de la chompa marrón del uniforme. Todo era tan lindo. Ustedes se veían tan conectados.
Llegó la hora de salida y me encontraba en el auditorio, pero ya estabas solo. ¿dónde se había metido ella? La busqué desesperadamente, intentando llegar antes que tú para acompañarla. Fui corriendo cuando la divisé y pasé por tu lado, sin prestarte atención. En mi sueño me sentía ligera. Tomé a mi amiga del brazo y lo enlacé con el mío, como siempre lo hacíamos. Empecé a preguntarle sobre qué había pasado con el chico con el que estaba caminando, pero ella no parecía interesada.
Luego, me llega un mensaje de texto en el que me decías que nos encontráramos y no sabía si ir o no. Siempre me rendía contigo, y acepté verte.
Cuando te tuve frente mío, no podía mirarte con más cólera por lo que hiciste. ¿A qué estabas jugando? ¿No te dabas cuenta de mis sentimientos, pero tenías el descaro de acercarte a mi amiga sabiendo que yo estaba cerca? Con lágrimas en los ojos, te digo que ya no quiero volverte a ver, que ya no quiero ser tu juguete y que, por más que te quiera un montón y puedo dar mi vida por tí, yo ya no merecía sufrir tanto por un amor unilateral.