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Al principio, Jungkook era realmente encantador.

Era, extrañamente, un novio atento. Siempre tenía en cuenta la opinión de Taehyung, le regalaba cosas, salían juntos, y él no era así. Pero el pelirrojo estaba feliz.

Cuando se lo presentó a Jimin, el rubio lo miraba incrédulo. Había oído los rumores sobre el pelinegro, sabía que su amigo se estaba metiendo en terreno peligroso. Sólo que no sabía decírselo.

Y Jungkook no era tonto, podía darse cuenta de que no le caía bien al mejor amigo de su novio, quizás eso era un punto a favor. Taehyung le creería a él antes que a Jimin, o eso es lo que él pensaba.

Y no se quejaba realmente de su relación, es decir, podría ser peor, porque el pelirrojo era realmente bueno en la cama, y ese sí era un asunto de su interés. Porque, cuándo no, Jungkook no pensaba con la cabeza de arriba.

Últimamente, pasaba mucho tiempo en casa de Taehyung. Estudiaban juntos, comían juntos, veían películas juntos, dormían juntos. Si hubiese sido alguien más, le habría molestado tanta cercanía, pero con Kim, al parecer, era todo lo contrario.

Taehyung le daba lo que él quería y fingía para poder hacerlo feliz. Todos ganaban.

—¿Vas a quedarte hoy en mi casa? —Le preguntó el pelirrojo mientras salían de la universidad.

—¿Te gustaría venir a la mía esta vez? —Y la sonrisa de Taehyung fue imposible de borrar, así que asumió que era un sí.

Caminaron juntos y en silencio hasta la parada de buses, y Jungkook no se pudo apartar cuando su acompañante le tomó la mano y entrelazó sus dedos. No, empezaba a disgustarle.

No era especialmente alguien demostrativo, estaba lejos de ser una persona cursi y pegajosa. No le gustaban las demostraciones, los besos o los abrazos, ese no era él. Y empezaba a cansarse de tener que fingir sólo para tenerlo abierto de piernas.

Fue por eso que cuando entraron a su casa, se lanzó a los labios del pelirrojo, casi con hambre, y empezó a tirar la ropa por todo el suelo. Porque su así debía conseguir las cosas, así lo haría.

—Traré las pastillas para ti. —Dijo, al verlo realmente dolorido después de cinco rondas. Taehyung asintió con pereza y lo vio irse, soltando un suspiro.

No sabía si le gustaba que Jungkook fuera tan fuerte, aun así le aseguraba que le hacía el amor (y le creía), le gustaba ir más lento. Siempre terminaba tomando pastillas para el molesto dolor.

Lo vio regresar con el medicamento y un vaso de agua, por lo que le sonrió leve y, como pudo, se sentó en la cama, haciendo una mueca sin disimulo.

El pelinegro se acostó a su lado, y como siempre, lo dejó acostarse en su pecho mientras le daba suaves caricias para ayudarlo a dormir.

—Jungkookie. —Lo llamó, sin saber que el contrario odiaba ser llamado así.

—¿Sí? —Murmuró.

—¿Puedo decirte algo sin que te enojes? —Cuando recibió un asentimiento de cabeza, tomó aire y se aferró más a aquel chico. —No estoy seguro de que me guste que lo hagas tan rápido.

—¿A qué te refieres? —Preguntó, teniendo el ceño fruncido.

Taehyung se separó apenas para mirarlo y poder crear garabatos imaginarios en la piel pálida de Jungkook.

—¿Podrías ir más lento? —Se atrevió a preguntar. —Siempre lo haces muy rápido, y me duele, es por eso que me traes pastillas, ¿podrías ir más despacio?

Lose You To Love Me. [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora