CERO

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      ❝ Es difícil cantar y
llorar a la misma vez
El día en que puedas
comprender lo que
conlleva eso, entonces
descubrirás que su voz
al cantar es muy bella.❞

      EL AMOR ES parecido a cuando vez una niebla en la mañana, una vez que despiertas antes de que salga el sol

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      EL AMOR ES parecido a cuando vez una niebla en la mañana, una vez que despiertas antes de que salga el sol. Es solo un pequeño momento y luego, simplemente desaparece. El amor es una niebla que se incendia con la primera luz del día, de la realidad.


Solo al crecer, es cuando te percatas que Grendville es un pueblo pequeño. Las casas a lo mucho llegan a tener dos pisos y los colores que utilizan para pintar las maderas, usualmente lograban pasar de blancos, celestes y amarillos, los autos, que parecen ir de la mano con los colores de los hogares, iban de aquí para allá. Solo cuando creces. Si aún no, todavía puede declararse una maravilla. Desde una de los hogares, al final de la carretera, se lograban ver algunas tiras y tiras de montañas. En las mañanas, siempre había una espesa neblina que envolvía, abrazaba todos los rincones del vecindario, refrescando con leve frío y preparando a todos los pobladores para el sol, que suele imponerse y estar más caluroso que antes, desde las cuatro de la tarde.

El hogar de Koray, es el último que despide a los autos de la carretera del pueblo. Sus paredes están pintadas de un suave celeste, que si su casa estuviese flotando en el cielo, posiblemente no se distinguiría. Donde vive, es de un único piso y el segundo está sin techar, pero eso es lo de menos, ya que habiendo la posibilidad, a los que habitaban, les agradaba. Cualquiera que pasase por allí, tendría la sola idea de que quien habitara tras esas puertas, amaba las rosas, pues su jardín estaba lleno de flores, pero más de rosales, con un olor intenso.

Allí, vivían el matrimonio con su única joven hija. A Koray le desagradan las montañas. No le gustaba verlas una vez al despertar y divisar, tras correr las cortinas de su habitación. Todas esa formaciones tras el vidrio, le hacían sentir pequeña, que ella solo es un minúsculo punto en el mundo, que desconoce muchas cosas y posiblemente se esté perdiendo grandes sucesos. Después de todo, a sus casi veintidós años, cree aún, que le falta mucho por ver. Y no tiene oportunidad, en Grendville, por más que nunca quiere dejarlo.

Sus cabellos marrones, muy, muy claros, amanecían despeinados, pero sabía como armarlos y lucir como las señoritas que veía pasar por las calles, es sus cortas faldas, mostrando sus piernas largas. Lo cierto, es que a pesar de poder recrear el peinado, no poseía ninguna falda corta y solía portar las grandes camisetas que su padre solía usar cuando trabajaba en sus épocas de mozo, en una gasolinera y tenía muchos amigos camioneros. Le gustaba dar vueltas en su habitación y caminar sin zapatos.

Pero todas las tardes, cuando el sol estaba en el punto más alto, se vestía con una prenda corta de azul grisáceo, se colocaba los tacones blancos que pudo comprar con sus ahorros, agarraba los lentes de sol que siempre dejaba al lado de la pecera e iba corriendo hacia el lado derecho de la casa, donde se encontraba el garaje, sin auto, puesto que para esas horas su padre ya salía de casa. Con el espacio libre, prendía la pesada radio que mantenían oculta allí y sintonizaba alguna de las pocas emisoras, donde sonaba la voz de Jimi Hendrix, cantando All along the watchtower, donde también hacía el amor con su guitarra. Entonces, ama bailar.

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⏰ Última actualización: Sep 29, 2021 ⏰

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𝐁𝐀𝐈𝐋𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐄𝐍 𝐋𝐀 𝐍𝐄𝐁𝐋𝐈𝐍𝐀 | Muichirou Tokito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora