Sígueme en la oscuridad

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El repicar de una pelota me despertó. La casa se encontraba en absoluto silencio, a excepción del sonido de una pelota contra el suelo. Miré a mi alrededor pero solo las ya familiares sombras me saludaron: El baúl de los juguetes, mi escritorio, y aquella lámpara con forma de payaso que mi mamá me obsequió. Decidí cerrar los ojos y volver a dormir, pero un susurro al viento dijo mi nombre. El despertador en forma de cohete que hay en mi mesilla, marcaba las doce en punto. Respiré profundo y armándome de valor aparté las sabanas y bajé de la cama. Una brisa helada me golpeó al abrir la puerta. 

Podía sentir mis dientes castañear, pero aún así, abrazando mi menudo cuerpo seguí adelante. El pasillo estaba sumergido en la oscuridad, vacío, desolado. Si mi mamá se enteraba que andaba despierto a estas horas se enojaría mucho, así que traté de ser silencioso. Un balón azul apareció frente a mí, uno que nunca había visto. Retrocedí un paso, estaba por girarme y volver a mi habitación cuando un el viento volvió a llamarme. El balón rodó hasta la puerta del baño. Volví la mirada atrás, a mi habitación y por unos momentos solo quería esconderme entre las sabanas, pero ya me encontraba a mitad de camino, "tengo nueve años ya no soy un niño pequeño". 

A solo a dos escasos pasos de la puerta del baño, a mi derecha, más perturbador que nuca, colgaba el retrato de mis abuelos. Los sentía mirarme,  apreté mis puños mientras en mi cabeza repetía una y otra vez "Los fantasmas no existen". Por fin en la puerta del baño, la cual se encontraba a medio abrir, pude ver la pelota azul debajo del lavabo. "Solo tengo que entrar y salir enseguida" Volví a tomar aire y empujé la puerta delicadamente. Caminé unos cuantos pasos y y con una sonrisa de triunfo, recogí el balón azul. Levanté la vista y noté con sorpresa que la tina estaba llena de agua hasta arriba. Miré la pluma, la cual estaba abierta "Mi mamá se molestará mucho si dejo esto así". Di dos pasos más, y me incliné, estirando al máximo mi pequeño brazo para cerrar cuando sentí que dentro del agua, la cual se veía negra en las sombras, alguien murmuró mi nombre. Bajé la mirada, y entre las delicadas ondas que agitaban el gua, pude ver mi reflejo, solo que no se movía como yo. Me sonrió de una manera tenebrosa y cruel. Intenté separarme rápidamente de la tina, pero dos brazos negros, con la piel seca pegada a los huesos, salieron del agua y me arrastraron a ella. Intenté luchar, pero aquella criatura, aquel ser salido de mis más horribles pesadillas, era mucho más fuerte que yo. Una última frase pasó por mi cabeza, a la vez que una lágrima bajaba por mi mejilla "Lo siento mamá" y entonces los brazos me arrastraron hasta dentro de la tina.

El sol salió y pude escuchar la voz de mi madre llamarme, pero por más que quería responder las palabras nunca llegaron. La vi entrar al baño y mirar dentro de la tina.Observé el horror y la tristeza en su rostro al ver mi cuerpo flotando boca abajo.

Miradas Oscuras: Relatos cortos #HUTTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora