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Lee Jeno un joven estudiante, estaba tratando de correr contra el tiempo, no importará cuántas alarmas ponga, que tan temprano valla a la cama a dormir, jamás llegaría temprano a la escuela.

Corrió tanto que sentía que sus piernas se romperían en cualquier minuto, pero lo había logrado había llegado diez minutos tarde y eso era un nuevo récord.

— Ya no me sorprende que llegue tarde, sabe? Lo único que puedo hacer es preguntar si le dio tiempo de desayunar. — Taeil, maestro de arte, veia con cansancio al joven. — Entra y toma nota.

Jeno ya no sentía pena o vergüenza alguna, pero a pesar de sus tardanzas no era un estudiante con malas notas, al contrario era muy aplicado y eso era un misterio para el, su madre y sus maestros.

El reloj marcaba la hora para dar por terminado un día escolar, los alumnos poco a poco salían del recinto, Jeno estaba en la puerta de aquel esperando a sus amigos.

— Gracias por esperar — Donghyuck sonrió.

— Tenía que hacerlo recuerda que le debes dinero. — Dijo Renjun.

— Eres un amargado, un amargado enano. — Opuso el moreno.

— Y tu un tonto por sentirte superior a mi por unos tres centímetros. — Renjun atacó.

A Jeno le gustaba aquella escena, se sentía seguro y protegido por tener amigos como ellos.

Los tres chicos caminaron, sus conversaciones eran juegos nuevos o posibles regaños, pasaron por el parque, estaba lleno de gente se veía la felicidad vivida dentro de ellos.

Al caminar más allá de parque Jeno noto una casa ambigua, el tiempo le estaba cobrando factura, por algún motivo Jeno sintió nostalgia.

— Que haces, camina.— Donghyuck detuvo su paso al ver a Jeno detenerse.

— Jamás había visto esa casa. — Dijo Jeno.

— No lo hiciste por qué casi no pasamos por aquí, pero tú amigo quería pasar debido a  que cortamos camino para ir a comprar aquel juego — Dijo Renjun.

— No quería pasar por aquí, casi nadie lo hace pero tampoco quería caminar mucho. — Donghyuck se acercaba a sus otros dos compañeros. — Mamá me dijo que jamás debía entrar ahí.

— Por que — Pregunto Jeno.

— Por que ahí viven los fantasmas.— Una cuarta voz respondió.

El hotel de los fantasmas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora