Brownie

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-¡Potter, maldita sea! ¿Es que no sabes lo que es el orden?¡Primero terminamos con los tropodos esos que dices tú y luego vamos con los elfos y demás ¡No me vengas con eso de que te interesa demasiado!

Harry y Draco estaban en la biblioteca. Ese día había bastante gente, pero justo donde ellos estaban unas estanterías les cerraban la visión de las otras mesas. Harry había encontrado un ejemplar de libro de duendes y criaturas rarísimo y había encontrado algo extraño pero atrayente y pretendía que dejaran los primeros animales para el final y empezar desde ahí. Pero Malfoy era un maniático del orden. Iba a ser difícil convencerle....¿o no? Desde esa mañana no habían cruzado palabra ni habían comentado nada de lo de la noche anterior. Y ahora que Harry lo recordaba, bueno, no sabía si había sido real o no. Tal vez estuviera alucinando.

"Merlín ¿cómo voy a saberlo? Lo más probable sería que fuera una alucinación....besarme con Malfoy. Pero...si tenemos en cuenta que todas las supuestas alucinaciones que he tenido hasta ahora eran ciertas....lo más probable es que sea verdad. Después de todo no me ha vuelto a insultar. Ni yo a él. Pero eso no cambia nada, hace mucho que no nos insultamos...."

-Ya está bien, Potter, dame ese libro. Solo se puede sacar uno de estos de la biblioteca, y no será este. Dámelo, venga.

Pero Harry no quería y se lo puso a la espalda, negando con la cabeza.

-¿Qué más da, Malfoy? Empecemos por donde empecemos hay que buscar todos los animales...da igual...venga...- Harry le miró suplicante.

Draco le miraba extrañado y preocupado.

"¿Qué son esos ojos que me pone ahora?"

-Que no, plasta de Gryffindor ¡dámelo ya!

Harry arrugó la nariz y miró desafiante a Draco. 

-¿Qué pasó anoche? ¿Antes de que durmieras?

El rubio se quedó quieto. Sus ojos grises completamente abiertos.

-¿De qué hablas?

Harry frunció el ceño. No iba a confesar. Típico de un Malfoy.

-Sabes perfectamente de qué hablo.

-Dame el maldito libro de una vez.

Harry le alcanzó el libro...y le dio en la cabeza con él.

-No. Esta vez me toca a mí hacer lo que me dé la gana. 

Draco se dejó arrastrar del brazo hasta el escritorio donde la bibliotecaria sacaba pluma y pergamino y Harry firmara. ¿De qué demonios hablaba el estúpido Gryffindor? ¿Hacer lo que le diera la gana? Poco a poco el asombro se le iba pasando. Frunció los labios. ¿Le acababa de dar con un libro en la cabeza?

Harry miraba por el rabillo del ojo cómo Draco parpadeaba. Una vez. Dos. Poco a poco fruncía el ceño....lo desfruncía...hasta que al final levantó una ceja de incredulidad...todo ello seguramente pensando si pegarle de vuelta o no.

Al final notó la mirada del Slytherin clavada en su cara. Y era de esas miradas que matan, si uno fuera basilisco, claro. No le hizo caso y salieron de la biblioteca.

Por el pasillo Harry temía que le dijese algo, que le pegase...pero había demasiada gente así que no pasó nada. Siguieron caminando en silencio hasta el gran comedor y siguieron aun más hasta que legaron a la salida.

El aire de fuera era frío. Seguramente iba a llover pronto, pues algunas nubes pasaban por entre las torres. Pero hasta entonces podían tomar el aire. El sitio junto al lago estaba cogido así que Harry se dirigió a los bancos de piedra que había por allí, cerca de los arcos.

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