Agradeciéndole, camino hacia la zona de ascensores más allá de los dos hombres de seguridad que están mucho mejor vestidos que yo con sus trajes negros bien confeccionados.
El ascensor se sacude con una velocidad al límite hacia al piso número veinte. Las puertas se abren y estoy en otro gran vestíbulo, de nuevo, de cristal, acero y aresnica blanca. Me veo frente a otro escritorio de aresnica y otra jven rubia vestida impecablemente de blanco y negro, se levanta para saludarme.
-Sr. Styles ¿podría esperar aquí un momento por favor? -señala una zona de espera con sillones blancos de cuero.
Detrás de los asientos de piel hay una gran sala de reuniones con las paredes de vidrio, una mesa de madera oscura, también grande, y al menos veinte sillas a juego. Más allá un ventanal desde el sueño hasta el techo que ofrece una vista de Seattle hacia el Sound. La vista es tan impactante que me quedo momentáneamente paralizado. Wow. Me siento, sacó las preguntas del bolso y le echó un vistazo maldiciendo por dentro a Liam por no haberme pasado una breve biografía. No se nada del hombre al que voy a entrevistar. Podría tener tantos noventa años como treinta.
La inseguridad me mortifica y, como estoy nervioso, no paró de moverme. Nunca me eh sentido cómodo en las entrevistas cara a cara.Prefiero el anonimato de una charla en grupo, en la que puedo sentarme al fondo de la sala y pasar de inadvertido. Para ser sinceró, lo que me gusta es estar sólo, acurrucado en una silla de biblioteca del campus universitario leyendo una buena novela inglesa, y no removiéndome en un sillón de un edificio de vidrio y piedra.
Suspiro. Controlate, Styles. A juzgar por el edificio demasiado escéptico y moderno, supongo que Tomlinson tendrá unos cuarenta años. Un tipo que se mantiene en forma, bronceado y rubio, a juego con el resto del personal.
De una gran puerta a la derecha sale otra rubia elegante, impecablemente vestida. ¿De dónde sale tanta rubia inmaculada? Respiro hondo y me levanto.
-¿Sr. Styles?- Me pregunta la última rubia.
-Sí- le contesto con voz ronca y carraspeo- Sí. -repito, con un tono más seguro.
-El señor Tomlinson lo recibirá enseguida. ¿Quiere dejarme la chaqueta?
-Sí, gracias. -le contesto intentando con torpeza quitarme la chaqueta.
-¿Le han ofrecido algo de beber?
-Pues... no.
Vaya, ¿estaré metiendo en problemas a la primera rubia? La segunda rubia funce el seño y lanza una mirada la rubia del mostrador.
-¿Quiere un té, café, agua? -Me pregunta volviéndose hacia mi.
-Un vaso de agua, gracias. -Le contesto en un murmullo.
-Olivia, tráele un vaso de agua al señor Styles, por favor -dice en un tono serio.
-Le ruego que me disculpe, señor Styles. Olivia es nuestra nueva empleada en práctica. Por favor, siéntese. El señor Tomlinson lo atenderá en cinco minutos-Olivia vuelve con un vaso de agua muy frío.
-Aquí tiene, señor Styles.
-Gracias.
La rubia numero dos se dirige al enorme mostrador. Sus tacones resuenan en el enorme piso de piedra. Se sienta y ambas siguen trabajando. Quizá el señor Tomlinson insiste en que todas sus empleados tienen que ser rubios. Estoy distraído, preguntándome sí eso es legal, cuando la puerta del despacho se abre y sale un chico bajo y atractivo, un poco joven, con el pelo rubio y liso, vestido con elegancia. Esta claro que no podía elegir peor mi ropa.
-Tomlinson, ¿jugamos al golf esta semana?
No oigo la respuesta, el chico me ve y sonríe. Se sonroja y es muy notorio ya que sus mejillas son extremadamente blancas. Olivia se ha levantado de un salto de la silla para ir a llamar al ascensor. Parece que se destaca en eso de dar saltos en las sillas, esta más nerviosa que yo.
-Buenas tardes caballero, buenas tardes señorita. -dice el chico rubio, metiéndose en el ascensor.
-El señor Tomlinson lo recibirá ahora, Sr. Styles. Puede pasar. -me dice la rubia número dos. Me levanto tambaleándome un poco e intentando contener los nervios. Cojo mi bolso, dejo mi vaso de agua y me dirijo a la puerta.
-No es necesario que llame. Entré directamente-me dice sonriéndome.
Empujo la puerta, tropiezo con mi propio pie y caigo de bruces en el despacho. Mierda, mierda, mierda. Estoy de rodillas y con las manos apoyadas en el suelo del despacho del Sr. Tomlinson, y unas manos amables me rodean para ayudarme a levantar. Estoy muerto de vergüenza. Tengo que armarme de valor para subir la vista, vaya que joven y guapo es.
-Sr. Payne -me dice tendiéndome una mano de largos dedos en cuanto me he incorporado- Soy Louis Tomlinson.