Capítulo 1.

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Las risas se escuchaban en el recinto a pesar del frío. Risas infantiles junto a risas adultas, todo el mundo parecía estar pasándoselo bien en ese momento. Aunque nadie sabía el nervisismo que prendía la cara de él. Ni siquiera ella lo notó.

Killian, con un leve suspiro, se acercó a ella, y agarrándole las manos le dijo:

-Tengo que irme, ahora vuelvo. –se dio media vuelta para alejarse, pero antes de hacerlo la miró a los ojos- No te muevas de aquí.

Ella se quedó extrañada y pensativa en el centro de la pista de hielo, mientras veía como él, con sumo cuidado, se iba acercando a la salida. Quiso seguirle, pero le había dicho que no se alejara de su sitio, así que, intrigada, permaneció ahí, de pie.

Después de unos instantes, que a ella le parecieron eternos, las luces de la pista se apagaron de golpe mientras la gente murmuraba palabras de asombro.

Pero él, como había prometido, volvió a entrar, con cuidado de no caerse.

Ella se rió, ya que no sabía que otra cosa hacer.

A la par de él, entraron cuatro personas más. La chica, asustada, se encogió de hombros. El muchacho, lentamente, se fue acercando al centro, y cuando estuvo lo suficientemente cerca, hizo una seña, y al instante, la canción de “Marry you” de Glee, empezó a sonar.

Los cuatro hombres que habían entrado tras él, resultaron ser bailarines, y comenzaron a hacer gráciles movimientos sobre el hielo, siguiendo una coreografía previamente ensayada.

Los ojos azules de ella seguían fuera de sus órbitas mientras observaba, con el corazón desbocado, como él se acercaba lentamente y, con infinito cuidado, colocaba una rodilla sobre el hielo, sin importarle lo frío que pudiera llegar a estar.

Sus seguros ojos no se apartaron de los asustados de ella.

-Anastasia... –acarició el nombre con suspiro, queriendo darse fuerzas a si mismo y a la vez, aumentando el nerviosismo de ella. Los bailarines terminaron de moverse, dejando entrever unas letras escritas en el duro hielo de la pista. La muchacha dirigió una dudosa mirada al suelo, viendo aquellas 4 palabras:

“Will you marry me?”

Después de leerlo, dirigió sus ojos a su alrededor, clavando su azul mirada en la gente acumulada en un extremo de la pista. Sacudiendo la cabeza, fijó la mirada en su nervioso compañero y con lágrimas en los ojos se lanzó encima besándole- Si... –susurró en sus labios- ¡SI! –tras el grito efusivo volvió a buscarlos, y él, encantado, le correspondió al beso. Ambos se separaron, y ella, con la vista clavada en sus ojos susurró:

-Te amo.

La cara de él, henchida de felicidad, soltó el aire que ni siquiera sabía que retenía.

-Espera encanto, que tengo un discurso y todo –le guiñó un ojo y sacó un papel de debajo de sus ropajes de pirata.

-Anastasia –carraspeó y agarró mejor el papel- Veras Ana, mi vida no ha sido fácil, mi padre me abandono, perdí a mi hermano, a mi primer amor. He vivido rodeado de pérdidas, dolor y lucha... Pero de pronto apareces tú, con tu sonrisa risueña, con tu toque infantil y especial y me devuelves las ganas de vivir. Me aterran las bodas y el altar y con razón, ya lo sabes pero merece la pena superar los temores si es por estar al lado de una persona como tú. Gracias por la confianza en alguien como yo. Te amo.

Cuando Killian terminó su discurso, las mejillas, ya bañadas en lágrimas, de Ana, estaban coloradas, aunque eso a ella no le importaba mucho en ese momento ya que su prometido sostenía frente a ella un increíble anillo adornado con la más exquisita de las florituras. Ella se quedó sin habla, mirando fijamente el anillo. Al cabo de unos instantes, logró murmurar algo más que palabras ininteligibles.

-No sé cómo lo hiciste. Llegaste con tu enorme ego y tu encantadora sonrisa pisando fuerte, y acabaste poniéndomelo todo patas arriba y me lo has dado todo, Hook. Me haces la mujer más feliz del mundo -le besa de nuevo y sonríe juntando ambas frentes- Claro que quiero casarme contigo.

Killian le colocó el anillo en el mismo dedo en el que estaba el otro, aquel que mostraba la vida anterior de ella con Christian… Se levantó con cuidado y agarró sus mejillas con suavidad.

-Te amo Anastasia –susurró con la voz teñida de una emoción incomprensible. Ella entreabrió lla boca para contestarle, aunque él no la dejó, y posó sus labios junto a los suyos, dejando en ese beso toda la ternura y pasión que aquella muchacha despertaba sobre él.

La gente, ya olvidada para ambos, observaba todo desde un extremo de la pista y aplaudió conmovida, como si no hubiese un mañana.

Pero a ellos, ya no les importaba nada.

Habían encontrado el verdadero amor a manos del otro.

Y por ello sonreían felices, aunque sus diferencias fueran más que obvias a simple vista.

Pero su pasado no importaba, importaba el presente, ese presente en el que ambos estaban dejándolo todo en ese beso.

E importaba el futuro…

El futuro del Señor y la Señora Jones.

Killan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora