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Si Chenle aún tuviera la facultad de llorar por sus mejillas correrían gruesas lagrimas, pero no puede, al menos no de ese modo. Hay una parte de él que parece quebrarse ante la presencia del humano.

Escucha su voz, es exactamente el mismo tono que en el pasado, un "Te amo" viaja por su memoria y la mano que se aferra al pecho adverso presiona un poco, duele, duele tanto... No es solo lo bueno lo que regresa con este fantasma de carne y hueso. Yukhei y su rechazo, Yukhei y su boda.

-¿Por qué hiciste esto conmigo, Yukhei? ¿Por qué?- Y la voz se le rompe un poco, los labios le tiemblan. El amor y el dolor se mezclan en sollozos, sus ojos recorren con ansia desenfrenada cada parte de su rostro.

Ya no piensa con claridad, el tren anunciando el cierre de puertas a su espalda, el repentino alboroto, luces led de letreros iluminando todo. No, no es 1890.

-No necesitas conocer el nombre de quién no volverás a ver.

Se aparta -al menos lo intenta- porque no hace más que chocar con la pared que está trás él. Y sería tan sencillo simplemente escabullirse de allí, hacer que lo olvide y regresar a casa, a ese agujero negro dónde al menos los fantasmas no lo pueden dañar tanto como el chico frente a sus ojos.

Su cuerpo se congela al escuchar la seguridad que posee "No tienes que decirme lo qué eres, ni desde cuando", si tan solo Yukhei hubiese dicho algo así, pero él tan solo... "Aberración, aberración" se repite sin cesar.

Lucas, sí, Lucas lo observa al fin como es en realidad. No es más que un niño jugando a ser valiente, no como Yukhei.

Las luces de la estación comienzan a apagarse luego de que el último vagón de la noche inicia su viaje. Es la oportunidad perfecta para perderse, para embriagarse en la sangre de alguna víctima que no correrá con suerte esa noche, pero en un último impulso, uno que puede controlar y atraviesa toda cordura, porque el aroma que emana su piel, porque su voz y su tacto es tan idéntico que necesita un poco de ese Yukhei para poder aguantar otros cien años más de amarga agonía.

En un movimiento inesperado no hay distancia entre los dos, sus fríos labios envuelven los cálidos del menor. Con miedo -mucho miedo- a que desaparezca, miedo a perderle otra vez...

Once upon a dream.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora