Eran cerca de las dos de la mañana cuando Chiara caminaba por los frías y oscuras calles de Uro un pequeño pueblo al que se había mudado hace una semana con una misión que le fue revelada en sueños.
La única luz en su camino era la emitida por un manto de estrellas y la luna que poco a poco se tornaba a un color rojizo, solo una cosa significaba aquel fenómeno, el momento estaba cerca, ese por el que tuvo que esperar para obtener las fuerzas que necesitaba y encontrar a los descendientes de los causantes de su muerte en su antigua vida. La habían asesinado acusándola de brujería y algunos campesinos terminaron eliminándola, ella juró vengarse y luego de ciento veintisiete años el momento había llegado.
Se adentró en lo profundo del bosque hasta encontrar un antiguo Alerce, que tenía alrededor de tres mil años. Un oráculo le dijo que solo esa especie tenía el poder que necesitaba para cumplir su objetivo. Aquellas palabras perduraron en su mente hasta que encontró al más antiguo, miró al cielo y verificó que como esperaba la luna estaba roja en su totalidad.
Camino en círculos alrededor de aquel árbol, murmurando palabras antiguas que venían a su mente como si en una vida pasada hubiera sabido su significado, las hojas secas en el suelo se elevaron y eran movidas por un fuerte viento que provenía del interior del bosque. De sus ojos salieron lágrimas de sangre que al llegar a sus labios saboreo, sintió como espinas se creaban sobre su cabeza incrustándose aquello dolía pero no podía parar había esperado tanto por ver su venganza que estaba a punto de llegar. Aún murmuraba palabras de un antiguo idioma, elevó sus manos al cielo, y de ellas salieron llamas de fuego esa era su señal ya no había marcha atrás.
De repente un silencio sepulcral invadió aquel rincón del bosque, ella no era la misma ya no era la joven de dieciocho años que había viajado por la curiosidad de conocer que había atrás de aquellos sueños. Su mente ahora era maligna y con pensamientos oscuros.
Chasqueó sus dedos y las ramas se agitaban, el aire pareció detenerse, todo la guiaba hacia aquel brillo, aquello que se entrelazaba entre el bosque, un hilo, negro como la noche y brillante como las estrellas. Todo su ser le pedía a gritos que lo siguiera, y por una vez, sin obedecer a la razón ella así lo hizo.
Miracle, Vilin, Relich y Bread se repetían en su mente como si fuera un susurro.
Al llegar al final de su camino apreció frente a ella una pequeña choza —Mirecle —le dijo una voz, se asomó por una ventana para mirar en su interior, estaba oscuro excepto por la luz emitida por el fuego. Observó cada detalle hasta encontrarse con una figura humana, sus ojos se tornaron oscuros y sin pensarlo como un espectro atravesó la ventana.
El hombre la vio sorprendido y sin entender, quizás pensó que era un sueño, se limpió los ojos y al ver que era real el pánico y terror se apedrearon de su rostro.
—Pagarás —fueron sus palabras antes de con una mano elevarlo en el aire, apretó su puño y al hacerlo el oxígeno dejó de llegar a los pulmones de aquel viejo. Dio pasos hacia él, estiro su mano y de un tirón le sacó el corazón.
El hilo negro y brillante volvió aparecer frente a ella, como hizo antes dejó que la guiará a su próxima víctima.
Llegó a una gigante mansión custodiada por un perro guardián, el animal enfurecido corrió y ladró hacia ella pero sus ladridos se ahogaron en grito de dolor cuando con una de las espinas de su corona le atravesó un ojo, dejándolo en su agonía y sufrimiento hasta morir.
Caminó por el camino de piedras y entró por el portón de madera
—Vilin y Relich —nuevamente le informó una voz que provenía de la nada.
Subió por las escaleras hasta llegar a una habitación donde dormía una pareja. Al verlos el odio volvió a su frío corazón y la rabia la hizo actuar por instinto.
—Pagarán —Levantó sus manos y truenos resonaron en el cielo. El ruido hizo a la pareja despertar y al ver la mujer vestida de negro y con manos ensangrentadas frente al umbral de la cama soltaron un grito de terror.
Una sonrisa siniestra resonó por la habitación y antes de que la pareja pudiera actuar les arrancó el corazón.
Lo guardó junto al primero y se dejó guiar hasta su último objetivo llegando al cementerio abandonado del pueblo. Buscó entre las tumbas hasta encontrar el nombre del que hubiera sido su última víctima
—Bread —Se arrodilló frente a la lápida y con una de sus manos atravesó la tierra y la caja fúnebre hasta alcanzar uno de los huesos del muerto.
Volvió al lugar donde todo inició, el oscuro y profundo bosque de Uro. Miro al cielo y la luna roja estaba por desaparecer, quedaba poco tiempo o nunca más podría volver a su forma natural.
Apuró su paso hasta encontrar el árbol que le había dado el poder necesario para hacer cumplir su venganza. Soltó los tres corazones y el hueso de una de las costillas, aquello pertenecía a los descendientes de sus verdugos, causantes de su desgarradora muerte en una vida pasada.
Grito maldiciones y un viento enfurecido la elevó en el aire, las espinas de su corona poco a poco fueron desapareciendo la tierra se tragó sus ofrendas y la dejaron caer sobre la tierra ella perdió la conciencia cayendo en un sueño profundo y regresando a su forma natural, Sara Hallen había desaparecido del cuerpo de Chiara, su descendiente. Había cumplido su promesa de venganza.
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El regreso de Sara Hallen
Kinh dịAño 1893 "Ustedes que me acusan de bruja y maldita son peores que yo por querer quitarme la vida. Pasarán años y sus generaciones crecerán su maldad aumentará y cuando mi recuerdo de sus mentes sea borrado, renaceré del tronco de tres mil años la lu...